En el bar de 49 entre 2 y 3 se produjeron grandes encuentros artísticos, aunque ninguno de ellos se llevó a cabo sobre el escenario del lugar. Así, por ejemplo, entre sus paredes ornamentadas por los cuadros del Negro Mariani, Manuel Moretti se reunió por primera vez con los hermanos Mutinelli, sentando las bases de una de las bandas de rock con más mitos en la ciudad.
Por Ana Clara Bormida y Carolina Sánchez Iturbe
Que los encuentros que se producen en La Plata son preámbulo de grandes resultados creativos, no es novedad. Y que esas reuniones suelen darse durante las madrugadas, tampoco. Como si las diagonales hubiesen complotado para que las mejores tertulias se dieran en 49 entre 2 y 3, durante años El Taller supo ser el epicentro de esas uniones que luego saben dar sus frutos.
Con un circuito marcado, a fines de los ’80 y principios de los ’90, cada bar cumplió un rol determinado. Mientras que El Tinto se prestaba para que la gente pudiera escuchar música y El Bar era el lugar indicado para ver los recitales de las bandas del momento, El Taller se presentaba como el mejor espacio para establecer vínculos. “Para nosotros era como un club”, recuerda Cabe Mallo, el actor, músico y docente, quien solía ser cliente asiduo de la casa antigua en la que se había instalado el local.
Aunque el lugar carecía de un escenario que lo destacara, ahí se llevaban a cabo los encuentros entre quienes formaban la escena del rock local. Así, en El Taller solían converger personajes tales como Rudie Martínez, los hermanos Mutinelli, Sergio Pángaro, Alfredo Calvelo, Pancho Luna, los miembros de Las Canoplas y el círculo intimo de Virus. De ese modo, Cabe Mallo no logra recordar más que un par de ocasiones en las que hubo espectáculos en ese espacio: aquella en la que hubo un show de mimos y las tres oportunidades en las que Sergio Pángaro hizo un unipersonal.
“Otro ítem interesante del lugar eran los mozos. Las mozas eran Cintia y Diana Rogovsky y Mariana Estévez, quienes al poco tiempo armaron La Marea, el grupo de danzas. Y el mozo masculino que estuvo más tiempo fue Manuel Moretti, que cuando empezó a trabajar ahí no estaba ni siquiera en Licuados, recién había llegado de Junín”, dice Mallo. Reconfirmando que el lugar era propicio para el desarrollo de los procesos creativos, Moretti suele decir en sus entrevistas que ahí fue donde conoció a los hermanos Mutinelli, con quienes luego formó Peregrinos.
“Como me había hecho amigo de los dueños del bar, que eran el Negro Mariani y Julio, de quien no recuerdo su apellido, llevaba todo el tiempo cassettes con música”, asegura el actor, para luego sostener que ése fue uno de los lugares donde más se escuchó a Japan. Es que en aquel momento, según describe, aún no se había instalado la moda de los DJ’s, por lo que el encargado de la barra hacía sonar cassettes que iba cambiando según el gusto de sus clientes. Por ello es que quizás Cabe Mallo recuerda que en los bares que formaban del triángulo que él frecuentaba, siempre había buena música. “Íbamos al taller de arranque y de ahí nos íbamos al Boulevard o al Borda, donde siempre estaba Pepe Fenton”.
Conformado como una versión en miniatura del Boulevard del Sol, El Taller se dividía en tres espacios que se repartían entre dos habitaciones y un patio cuyas paredes estaban ornamentadas con los cuadros que el Negro Mariani pintaba. “Además, en una época, había días en los que el Negro Mariani cocinaba y podías ir a cenar. Me imagino que para los dueños también debe haber sido un lugar de encuentro”, rememora.
Haciendo honor a su nombre, El Taller no sólo sirvió como un espacio para degustar alguna bebida espirituosa, sino que también supo ser una fábrica al mejor estilo Warhol, donde entre copa y copa, se ideaban grandes planes para el rock.
De Garage – Mayo de 2011
(siempre es mejor la versión en papel)
6 comentarios:
Increíble, buscando cualquier otra cosa encuentro este hermoso recuerdo del ya lejano pasado.¡Gracias Cabe! Cintia Rogovsky
Increíble, buscando cualquier otra cosa encuentro este hermoso recuerdo del ya lejano pasado.¡Gracias Cabe! Cintia Rogovsky
Hola Cintia! qué bueno que te hayas encontrado con un recuerdo lindo! Le transmitiré al Cabe tu mensaje, claro.
abrazos!
Caro
le hice un post en su Facebook,pero no sé si se dará por enterado. Gracias a vos, fue como una cachetada de lindos recuerdos
debo reconocer que las noches de los jueves, creo que ese día se hacían las cenas, el Cabe era uno de los fieles y más bancas de todos los habitués!
Sii, se enteró! Se lo mandé por mensaje interno en FB y contestó sonriente (literalmente).
Dicen que esas noches eran maravillosas, así que los recuerdos se deben parecer. Cómo me hubiese gustado estar en la ciudad por esos días!
abrazos!
caro
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