jueves, 31 de diciembre de 2009

Y seré la misma, pero he viajado (*)


Imposible imaginar un mejor final. La felicidad acompaña desde hace rato y, sin embargo, nunca deja de ser sorpresa.
Imposible imaginar un mejor principio. Las sonrisas amigas abundan, se hacen carne y no regatean su fidelidad; incluso las más nuevas, incluso desde la distancia.
La vieja casa alberga la calidez que alguna vez logró transformarla en hogar. Y un padre exhibe la inmensidad de su alma y abraza, aunque para ello no utilice sus extremidades.
Mientras tanto, extrañarlo a él, con la certeza de que pronto sus besos serán cercanos, es un placer maravilloso que se asienta en la convicción de estar en el lugar indicado (y ante el ser indicado).
Estoy desnuda y no puedo imaginar un mejor final. Tampoco un mejor principio. Este sí es tiempo de celebración.

(*) parte de “SeresTar” de Monoaural.

miércoles, 30 de diciembre de 2009

Oscar Gallichio y la tarjeta revolucionaria


También se lo conoce como Zam-bha a este hombre de pelo y barba blanca que, lejos de ese gordo que viste de rojo y ríe con la “O” que todo lo acapara por estos días, no reparte regalos a los niños más privilegiados del mundo. Desde un sector de Plaza Italia, en La Plata, este canoso intenta “hacer la revolución con la “Hippie Card”, una tarjeta de crédito intangible que creó a modo de metodología para acercar a la gente a la lectura, intercambiando libros “por lo que se pueda”. “Hay quienes dicen que esto es una utopía, pero si hay alguien que se prende en la historia, ya deja de ser una utopía y se convierte en una realidad”, sintetiza en diálogo con Agencia NAN.

Por Carolina Sánchez Iturbe
Fotografía de Daniel Ayala (www.flickr.com/danpeople)

La Plata, diciembre 30 (Agencia NAN-2009).- Creer en el otro. Entregarle, con los ojos vendados y sin pedir nada, el único bien preciado, el medio de vida. Y creer. De eso se trata la revolución para Oscar Néstor Gallichio, el hombre que cada fin de semana se acomoda en un puesto de la feria de Plaza Italia en La Plata junto a un centenar de libros que ofrece a los visitantes a cambio de “lo que se pueda”. Con una historia ligada al hippismo, que lo ubica como participante activo en la fundación de una de las primeras fraternidades --la comunidad de Los Hornos “La Casa del Sol”--, Oscar continúa riéndose del “sistema”. De ese al que esquiva hace ya muchos años; por el que más de una vez se sintió aprisionado; el que tuvo el tupé de intentar convencerlo de que no existe otro camino que el Capitalismo. Frente a eso, Oscar, que también se hace llamar Zam-bha, creó la Hippie Card: una paradoja que se traduce en una tarjeta de crédito intangible a través de la que centenares de personas pueden adquirir ejemplares de libros preciados sin pagar un centavo y con el único compromiso, aunque de palabra, de retribuir la gentileza cuando sea posible. El objetivo principal: “No traicionar al espíritu libertario de la feria”, ni el de uno mismo.
“Hay quienes dicen que esto que hago es una utopía. Yo digo que es una utopía si no me ayudan; si hay alguien que se prende en la historia, deja de ser una utopía y se convierte en una realidad”, afirma Oscar, de cabellos y barba cana. Lejos de permitirse ser persuadido por los pronósticos pesimistas que a cada rato le juran que la sociedad está yéndose al tacho, no teme demostrar la conmoción que le provoca cuando algún potencial cliente alienado y “de mirada opaca” se emociona ante su propuesta y no sólo la valora, sino que también aporta su granito de arena para solventarla. Así, no es raro presenciar en su puesto escenas en las que hombres y mujeres, “en tiempos de sálvese quien pueda”, no sólo pagan el monto correspondiente del libro que se llevarán a sus hogares, si no que además dejan dinero extra para ayudar a “paliar los gastos que provoque algún prestamista deudor”.
Con 61 años que no aparenta, y más de 40 de trabajo en las ferias, Oscar dedicó sus días a buscar un modo de vida alternativo. Al principio, y “con el deslumbramiento del hippismo de los ‘70”, el deseo de reconectarse con la naturaleza y revertir el desamor lo motivaron a emprender un camino que lo acercara “más a las fuentes”, y que lo llevó a incursionar en las artesanías de todo tipo. Después, con muchos de aquellos ideales en pie a pesar de las embestidas del paso del tiempo, y con un caudal de experiencias que incluyen viajes, naufragios y retiros a lugares deshabitados, Zam-bha encontró en la plaza su espacio de trabajo, “un ámbito público donde se dan encuentros y en el que históricamente se iniciaron las grandes manifestaciones culturales”. Allí, se convierte en librero.
Convencido de que la transformación social es posible y de que él es uno de los elementos necesarios para llevarla a cabo, Oscar asegura sin titubeos estar colaborando en “hacer la revolución” porque “la idea de tener confianza en un universo que tiende cada vez más a encerrarse en uno y a crear desconfianza en el otro. Este es el sistema del ‘divide y reinarás’” es, al menos, reaccionaria.
Sin caer en la ingenuidad, Oscar jura ser conciente de que su idea de “pagame cuándo y cómo puedas, aunque se trate de mi única fuente de ingresos” es, por momentos, “como una ruletita con muchas balas adentro”. “Vivimos en una cultura que es complicada”, concluye. Sin embargo, y para evitar pesares, Zam-bha explica que su proyecto se sustenta en su mala memoria: “Vos te llevás algo del puesto y en el mismo momento en que te vas, me olvido de vos, me olvido de lo que te llevaste, de lo que me debés. En caso de que vuelvas, mi gozo y mi alegría son dobles porque me viene bien lo que me traigas y porque venciste la tentación de no venir, que debe ser grande”, revela, orgulloso.
A pesar de que el intercambio desinteresado que establece en torno a su negocio lo obliga a tener hábitos sumamente modestos, el creador de la Hippie Card se siente feliz de ello, mientras asevera ser un hombre afortunado que está rodeado de buenos amigos y que logra despertar “un nivel de solidaridad que, aunque a veces no sea mensurable, ayuda a vivir y a hacer la vida más placentera”. Haciéndose eco de esa solidaridad acerca de la que habla con placer, Zam-bha no sólo regala libros a algunas escuelas del interior, sino que además ahora se sumó a la tarea de armar una biblioteca que funcionará en las Sierras de Córdoba “para los hippies y los locos de allá”. A pesar de que luego de conocer una de sus máximas --“que el dinero no sea impedimento para que el que no tiene acceda al libro”--, el Estado aplaudió la labor que cumple Gallichio como promotor de cultura, él sabe que ese reconocimiento ausente es lo mismo que el vacío. “El Estado se maneja con una retórica sin compromisos, en la que a pesar de haber declarado a mi trabajo de interés municipal y de haberlo auspiciado por la Subsecretaría de Cultura de la Provincia, no me dieron ni un plástico para taparme cuando llueve”, remata, en una especie de denuncia a medias. Aprovecha la reflexión y la suma a sus otras razones por las que “las cosas tienen que cambiar”.
Lejos de buscar únicamente difundir la lectura, Oscar procura echar por tierra varios de los males de estos tiempos. Por un lado, intenta desmantelar “la cultura represiva que está llena de ‘noes’ acumulados”. De manera explícita a través de un cartel que “ruega tocar”, invita a los paseantes a inmiscuirse entre libros ajenos que, por qué no, pueden ser también suyos. Ellos deciden. Por otra parte, Gallichio anhela cambiar el modo de relacionarse entre las personas, lo que permitiría “sembrar una pequeña semilla de esperanza que demuestre que si se establece un vínculo de fraternidad, estamos construyendo un mundo mejor”. ¿Cómo? “Debemos apostar al otro porque es posible encontrarnos en la mirada, descubrir la posibilidad de las manos sin trampas y de los afectos no interesados”, sostiene. Aunque, después de meditarlo por unos segundos, Zam-bha se corrija y jure ser una persona sumamente interesada; aunque su centro de atención sea ese otro que lo convence constantemente de que no hay alternativas: “¿Qué otra cosa mejor puedo hacer a esta altura de mi existencia que hacer la revolución?”.

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martes, 22 de diciembre de 2009

Enrique Symns en El Pueblito


El monologuista ex presentador de Patricio Rey y sus Redonditos de Ricota escupió sentencias fatídicas acerca del capitalismo, el sexo y el arte en un bar de La Plata donde, el domingo por la noche, intentó explicar por qué es "Un hombre extraviado".

Por Carolina Sánchez Iturbe
Fotografía de The Dark Flack (
www.thedarkflack.com)

La Plata, diciembre 22 (Agencia NAN-2009).- Enrique Santos Discepólo estaría de acuerdo. Como si se tratase de un homenaje al dueño de “Cambalache”, durante la noche del domingo pasado Enrique Symns se apropia del escenario de El Pueblito, un bar platense que recién empieza a acostumbrarse a la presencia de artistas, y grita que efectivamente, como en 1935, “el mundo fue y será una porquería”.
Con un vientre tan abultado que es imposible de ignorar, pasadas las 22, Symns se acomoda frente a Olguin, García, Rosal Trío --banda porteña de jazz que hace sonido sus estados de ánimo-- y sin preámbulos sentencia la perdición de la raza humana, asegurando que el mundo es “una gran concha”. De a ratos, el monologuista parece enervarse por su propio relato y, con el rostro contraído, eleva los brazos mientras grita improperios. Después, otra vez calma lo que parecieran ser ansias de justicia, aunque lo hace sin dejar nunca de lado su carácter de pensador maldito.
En el bar de La Plata, alrededor de 150 pares de ojos hacen malabarismos no sólo para encontrar un rincón en el cual refugiarse, si no sobre todo para lograr entender cada una de las palabras que el ex presentador de Patricio Rey y Sus Redonditos de Ricota escupe sin anestesia. Por momentos, la pronunciación de Symns se hace gomosa, sólo llegan a distinguirse términos sueltos que, por provocativos, inducen al público a redoblar los intentos de descifrar cuál es el objeto de semejante rechazo.
Los músicos enardecen la escena. Con notas que acentúan el carácter fatídico del recorrido desenfrenado que representa una noche con Symns, secundan al hombre que sin reparos y con lujo de detalles relata los estados anímicos que experimenta mientras intenta comprar cocaína. Luego de describir a lo largo tres monólogos la decadencia de la sociedad, acompañado por su botella de whisky, que a los 20 minutos de iniciado el show ya está a la mitad, Symns mira al público de frente y pide un descanso. Cuando vuelve al escenario, lo hace dispuesto a convencer a quien aún dude de que la condición humana esté perdida.
Un monólogo acerca de su infancia es excusa para explicar por qué su espectáculo --y él mismo-- se llama “Un hombre extraviado”. Los insultos a los “estúpidos” nuevos modos de comunicación, atados al avance de la tecnología, no tardan en llegar, junto a los lamentos por la modificación de las viejas costumbres y la consecuente fragmentación del ser. Finalmente, Symns ladra que “un hombre extraviado es aquel que perdió su calle y su alma”.
Como si fuese un tópico imposible de no ser abordado, Symns se detiene en las relaciones humanas. Asegura que el sexo no tiene sentido si no se practica en una orgía y dispara sin piedad contra la pareja, a la que considera una “afirmación del capitalismo” que lleva, por egoísmo, a reconocer únicamente los frutos del propio semen como hijos. Sin refrescarse el aliento antes de hacerlo, exhala sobre el público la sentencia: “El comedor no es más que una excusa entre el baño y el dormitorio.”
Como si se excusara luego de haber ocupado el escenario durante casi una hora del domingo, Symns no intenta ocultar su rechazo hacia los artistas, a quienes categoriza sin titubear como “una mierda” que se alimenta de la curiosidad “vouyerista” del público que desea vivir otra vida. Luego, se disculpa mientras asegura desear no haber incomodado a alguien. Cuando se baja del escenario, las palabras aún rondan el lugar y resulta casi imposible no pensar que, definitivamente, “allá en el horno nos vamos a encontrar”.

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jueves, 17 de diciembre de 2009

Anidarse


Aún con los ojos cubiertos, sabía que estaba en el lugar indicado…

(Fotografía de The Dark Flack - www.thedarkflack.com)

martes, 15 de diciembre de 2009

N.A.M.E. en el Centro Cultural Estación Provincial

Durante casi ocho horas, el evento de arte multimedia y música electrónica ocupó un centro cultural platense, reuniendo a más de 14 artistas locales y extranjeros y alrededor de 350 personas, que recorrieron las cinco salas en las que se exhibían obras interactivas, música, danzas experimentales, proyecciones y DJ’s dispuestos a demostrar que el futuro ya llegó.

Por Carolina Sánchez Iturbe
Fotografía de The Dark Flack (
www.thedarkflack.com)

La Plata, diciembre 15 (Agencia NAN-2009).- El futuro llegó hace rato, no hay dudas. Disfrazado de avance tecnológico se mezcló entre la gente, ingresó a sus hogares y se propuso cambiar la manera de contar lo que ocurre. Bajo esa lógica, durante la noche del sábado, se exhibe sin mesura en La Plata y, como si se tratase de una paradoja, se apropia del Centro Cultural Estación Provincial, uno de los edificios con más historia en la ciudad.
El público se amontona en un pequeño cuarto de la antigua estación de trenes y, haciendo malabares, intenta observar lo que ocurre en el escenario, que no es más que un cuadrilátero al ras del suelo. Rosa Nolly se sienta en una banqueta, conecta su saxo barítono a la laptop que comanda José Rafael Subía Valdez y toca. El artista ecuatoriano sintetiza cada una de las notas que ella ejecuta. De a ratos, Nolly separa los labios de su instrumento, respira profundo y, como fumando en pipa, inhala y exhala sonidos. Con los ojos cerrados, parece entrar en trance a medida que improvisa. Pero corta en seco el clima que había creado con tanto esmero y se despide sin dirigir ni una palabra a la gente que, sin embargo, se queda en el lugar ante la promesa de una próxima performance.
Un láser la persigue, se le acerca lentamente y se ubica en el hueco que se forma entre sus clavículas, justo ahí. A partir de entonces, la posee. Su cuerpo deja de pertenecerle y ahora el hombre que la apunta con una luz verde es su dueño: la obliga a retroceder y le demuestra que aunque luche retorciéndose, ya no hay vuelta atrás. El pequeño cuerpo de la joven tiembla a medida que el láser, como un cazador moderno, la recorre provocándole contracciones que rozan el nerviosismo. Ella intenta aplastarlo y, cuando logra pisarlo, se esconde de esa luz verde que la raptó. Segundos después, la única mujer de Speak 3.0 --el grupo porteño que mezcla danza, imágenes y sonido multimedia-- baila en silencio acompañada solamente por un par de auriculares. A medida que se acerca a la pantalla que está a sus espaldas, el cuerpo de Alejandra Ceriani se fusiona con las proyecciones que Fabricio Costa programa captando cada uno de los movimientos. Con suavidad, la bailarina se quita los auriculares y comparte su música con el público. La laptop de Fabián Kesler arroja sonidos metálicos que parecen ejecutar golpes directos sobre Ceriani. Después, la mujer cae al suelo y, agonizando, se resiste a que el movimiento se detenga. Sin embargo, todo termina con su rendición. Los artistas se abrazan y saludan a su público que, como hormigas, rompe el estado de comunión en el que se encontraba sumido para recorrer con velocidad los rincones del Centro Cultural.
En el hall central de la Estación Provincial, ese lugar en el que hace casi 100 años solían venderse los pasajes para ganarse un lugar en el tren que recorría gran parte de la provincia de Buenos Aires, el colectivo multidisciplinar Draggn’dropp Visual Crew desarrolla un mapping que atraviesa con imágenes de colores estridentes las paredes restauradas del salón. Algunos curiosos se sientan a admirar la escena, siguiendo con atención cada trayecto animado.
Mientras tanto, en el primer piso, otros aprovechan la ocasión para sentir que pueden ejercer su acción sobre el avance tecnológico cuando dominan la “pared hiperactiva” que Lisandro Fernández montó en una de las habitaciones. Los brazos se extienden frente a una pantalla y bailan controlando el destino de los círculos naranjas que los rodean. Después, en pleno juego, los cuerpos destrozan las imágenes que lograron formar para dar inicio a un nuevo partido.
En la sala contigua, una chica le grita a un parlante pequeño. Ante la falta de respuesta del aparato, roza con sus dedos los cables que fueron acomodados sobre una mesa. “No pasa nada”, dice entre dientes. Sin rendirse, examina la obra --Pulverización 3.1--, se acerca a lo que presume podrían ser un par de micrófonos y les habla. Después, cuando guarda silencio y se prepara para escuchar, comprende. El sonido de una radio se descompone dividiéndose entre los parlantes. Con una victoria a cuestas, camina hasta el fondo del lugar para acodarse en la barra y esperar a que los DJ’s empiecen.
Los organizadores del evento recorren los salones anunciando la llegada de una de las intervenciones más atractivas de la noche. La gente se congrega en el playón de la Estación Provincial, dejando las salas desoladas y a oscuras. Tras minutos de pruebas, la productora audiovisual Lhymo realiza un mapping a gran escala sobre el frente del edificio, delineando las ventanas y las molduras del Centro Cultural. El sonido de un tren se avecina y la historia de Meridiano Vº, el barrio que rodea a la estación, es recorrida a través de gráficos que relatan el nacimiento del ferrocarril en el lugar. Los rostros no disimulan su sorpresa cuando las columnas de la construcción laten, ensanchándose y bailando al ritmo de la música, logrando anticipar lo que sucederá minutos después en el interior del edificio a la par de la electrónica.
El mapping termina y los cuerpos se apresuran a resguardarse del inusual frío de diciembre en el interior del lugar. En la planta alta, Maga Lee los espera disparando ritmos sincopados que convierten en una odisea los intentos por resistirse al movimiento. La gente recobra con velocidad la temperatura veraniega de la mano del drum & bass que la joven porteña ejecuta sin mesura, mientras que las proyecciones de Los Amigos de la Imagen se suceden en la pantalla rectangular que la ilumina a sus espaldas.
Cuando P++ se apropia del escenario, ya casi todos perdieron la timidez para convertirse en víctimas del baile desenfrenado que N.A.M.E. propone abordar. Los graves que el artista produce se apropian del salón y se fusionan con el groove que perturba constantemente a los cuerpos que se acercaron hasta ahí. La danza frenética se sucede a la par de los DJ’s que, sin mediar pausas, aparecen en escena dispuestos a quitar el aliento de cuanto ser resista. La mayoría aguanta y mucho.
Recién cerca de las 6 y media de la mañana, y con el DJ uruguayo Adrooval de fondo, el público se dispone a dar descanso a sus piernas agitadas que, durante toda la noche, fueron partícipes de una fiesta en la que el futuro se propuso mostrar con orgullo su avance.

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jueves, 10 de diciembre de 2009

Mr. Exes: “Trato de ser fiel al personaje y a la persona a la vez”


Un dolor de cabeza crónico, el hallazgo de una mascota, la travesura de algún amigo, todos son temas posibles de ser abordados por Facundo Velilla, el historietista más conocido como Mr. Exes. Aunque no sólo se dedica al arte de las viñetas (es diseñador visual y actor), a su corta edad ya tiene un libro editado en el que recopila su material de 1999 a 2006 que, lejos de toda frustración, celebra que se venda a dos pesos en las librerías de avenida Corrientes.

Por Carolina Sánchez Iturbe
Autorretrato de Mr. Exes

La Plata, diciembre 10 (Agencia NAN-2009).- Hablar sobre uno mismo, contarse, nunca es fácil. Más aún cuando esa narración supera lo anecdótico y se transforma en el tema a partir del que se produce arte. A pesar de asegurar ser “un rechazado social”, Facundo Velilla no teme exhibir porciones de su vida en Internet para, resguardándose entre viñetas, convertirse en Mr. Exes, el alterego con el que firma sus historietas y el personaje central de El Gabinete de Mr. Exes, la tira autobiográfica que publica semanalmente en su blog. “Todo surgió en 2006 a partir de un proyecto colectivo, Historietas Reales, donde se buscaba producir autobiografías y en el que aún hoy diferentes historietistas cuentan su vida a través de tiras. En aquella época el blog era entendido como una bitácora personal, así que era lógico pensar en una historieta autobiográfica”, explica Velilla a Agencia NAN.
Vencer la timidez y el miedo al ridículo sólo es el primer paso para narrarse. Luego está el desafío de seleccionar qué contar, no sólo para evitar sentirse expuesto, si no principalmente para que las historias resulten atractivas y para convertir lo cotidiano en algo fantástico. Facundo Velilla sostiene que en su vida no suceden cosas tan interesantes como para ser narradas, pero que, sin embargo, “el chiste está en relatar aventuras que, aunque sean pequeñas, resulten entretenidas para el lector”. Aunque busca que el público de Mr. Exes se enganche inmediatamente, admite que cada tanto lo pierde de vista y usa la historieta como un refugio, una manera de exorcizarse: “Hay momentos de El Gabinete de Mr. Exes en los que anduve mal e hice historietas que no eran cómicas, eran más bien depresivas. Aunque me resulta fácil usar el humor, no tengo el límite o la necesidad constante de hacer eso. Es una autobiografía. Sí, soy un tipo que hace chistes a cada rato, pero a veces también me caigo y a eso también intento expresarlo. Trato de ser fiel al personaje y a la persona a la vez”.
Un dolor de cabeza crónico, el hallazgo de una mascota, la travesura de algún amigo; todos son temas posibles de ser abordados por Facundo. “Todo lo que cuento es verdadero”, asegura sonriente este historietista treintañero que aparenta mucha menos edad. Y siempre, pero siempre tiene bien claro que lo que sucede en la historieta es sólo una representación de la realidad: “No soy yo verdaderamente. Mr. Exes está caricaturizado, tiene rasgos míos pero llevados al extremo. Por ejemplo, yo soy un tipo protestón pero Mr. Exes es más enojón que el Pato Donald”.
En estos tres años, el modo de dibujarse y contarse fue cambiando de la mano de la decisión estética en torno a cómo mostrarse frente al mundo. En la caricaturización de su otro yo, Facundo trabajó con fotografías, pero también permitió que sus amigos hicieran descripciones sobre Mr. Exes, sin perder el clima de diario íntimo que viene construyendo desde el inicio de El Gabinete.
Con un libro editado (Exesos: las sobras maestras de Mr. Exes, en el que recopila material realizado entre 1999 y 2006), hoy Facundo no duda en pedir desde su blog que la gente se reúna “por un librito” y deje comentarios para que consiga que “algún editor se apiade” y publique su segundo libro, que desde hace tiempo está listo para ser editado. Contrariamente a lo habitual, Velilla se alegra de que su primera publicación pueda conseguirse a $2 en las mesas de saldos de las librerías de la avenida Corrientes: “No esperaba ganancias con ese libro porque está hecho con material que ya tenía, con historietas que fueron premiadas en concursos, con las tiras que hice de Mr. Viñeta --un personaje consciente de ser personaje de una historieta--. En esa publicación era todo o nada, salía todo junto o no salía. Estoy contento y puedo decir que tengo un libro y que lo único que me falta es tener un hijo y plantar un árbol”.
Facundo jura no recordar exactamente cuándo decidió convertirse en historietista, le resulta difícil separar entre la delgada línea de la profesión y lo que empezó como un juego cuando narraba historias a través de ilustraciones. “Z.A.P., mi compañero de departamento, que también es historietista, siempre dice que cuando somos chicos todos dibujamos más o menos al mismo nivel pero que en un momento algunos dejan de dibujar y otros seguimos. Eso pasa porque no maduramos y continuamos haciendo dibujitos”, ironiza mientras acaricia a Garabato, su gato bicolor que fue protagonista de varios de los capítulos de El Gabinete. El deseo de trabajar de esto llegó durante la adolescencia, cuando publicaba un fanzine con sus amigos. Luego encontró la veta económica en el mercado estadounidense, que está en la constante caza de artistas de la viñeta que puedan dibujar, entintar o colorear en tiempo record. Ahora, el sueño es tener su propia tira en un periódico.
Velilla es un hombre inquieto. No sólo se dedica al arte de las viñetas, sino que además es diseñador en comunicación visual, lo que le permite hacer ilustraciones para empresas de diseño y publicidad, donde encuentra un punto de fusión entre sus dos profesiones. Además, es actor y desde hace años que se presenta en los matchs de improvisación que se realizan cada fin de semana en La Plata. Facundo jura con convencimiento que no es caprichoso ser todas estas cosas: “Todas conforman a una persona y todas aportan algo a la otra. A la construcción de personajes de la actuación la aplico a la historieta; y al modo de construir una historia dibujada lo aplico al teatro”.

http://mrexes.blogspot.com

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Y sí seguís explorando? (si total, no nos vamos a dormir...)

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