lunes, 22 de marzo de 2010

El desnudo del mito


Francisco Bochatón medita con El Acople acerca de sus días y, sobre todo, de su música. Relato de un hombre que sabe lo que quiere.

Por Carolina Sánchez Iturbe
Foto por: Fernando Fernández

“Me importa un pedo que digan que soy un músico de culto”. Por más que la prensa haya intentado convertirlo en un personaje mítico, Francisco Bochatón sabe que lo que realmente vale de él es su música, la belleza de sus composiciones, capaces de hacer temblequear las rodillas de cuanto ser las oiga, y no más.
Con casi dos décadas de presencia en la escena rocker, Bochatón jura que su recorrido estuvo marcado desde que era chico: “A los 9 años empecé a estudiar música y cuando estaba en la escuela secundaria ya tenía tres bandas. Al salir del colegio, me anoté en la facultad pero me di cuenta de que sólo quería tocar. Estaba predestinado”.
Sin miedo al cambio, el músico se desprendió del éxito de Peligrosos Gorriones para permitirse construir una carrera solista en la que el tono intimista fuese protagonista. Lejos de vapulear su pasado, Bochatón asegura que las dos etapas le permitieron conectarse de modos diferentes y, en definitiva, crear. “Gorriones me dio la posibilidad de expresarme a un nivel más social, con mensajes hacia el mundo, mientras que en el proyecto solista me sentí más individual y pude dar mi punto de vista más íntimo y humano”, explica.
A pesar que sus melodías puedan parecer pensadas al extremo, el dueño de “Tu voz se va” sostiene que éstas esconden mucho de azar, dado que en ocasiones son producto de un proceso de trabajo, mientras que en otros momentos surgen “de pura inspiración”. Propuesto a desmitificar el contenido de las letras de sus canciones, Bochatón asegura que las mismas no son autobiográficas, ni escritas en momentos terapéuticos porque “usar al público como analista sería un suicidio”. “No me interesa confesarme, aunque todos, incluso en una conversación convencional, lo hacemos”, concluye.
Si hay algo certero es que Bochatón sabe hacer composiciones profundas, consistentes y que, por sobre todas las cosas, lleven consigo su impronta. Es por eso mismo que no cree posible otro camino que el de la independencia para editar sus discos: “En las multinacionales el control artístico es casi total; los productos que salen de ahí me dan risa porque me parecen poco serios. La música es una forma muy sutil de manifestación artística, y con eso no se juega. Por eso, la fantasía del artista de las multinacionales no me saca el sueño”.
Inquieto por naturaleza, hace un tiempo Francisco se embarcó en la producción artística de Pánico Macho, la banda liderada por su hermano, Juan Pablo, a la que define como “una de las mejores de las que surgieron en los últimos tiempos”. Conforme con el trabajo realizado, el ex Peligrosos Gorriones asegura que buena parte de la satisfacción reside en que “a las ideas para los temas las pensé en función del potencial de la banda y no de mis necesidades”. Por su parte, Juan Pablo describe a esa creación conjunta como una situación sumamente grata por “la generosidad con la que Francisco trabajó para el grupo, logrando mostrar la madurez que alcanzó no sólo como artista sino también como persona, que es lo que nos permite ser cómplices en esta tarea maravillosa que es la música”.
Con la labor cumplida, Bochatón se presentará durante el debut de Pánico Macho el próximo 24 de marzo, fecha en la que se conmemora el día de la memoria por la verdad y la justicia, por lo que para él “significa dolor y da para la poesía o la transformación de ese sufrimiento en algo positivo”. Entonces sí, esa noche las rodillas del público podrán volver a vencerse a la par de las melodías del hombre que se resiste a convertirse en mito.

* Francisco Bochatón, junto a Pánico Macho, el miércoles 24 en Ciudad Vieja. 17 y 71 – La Plata. A las 21.30 hs. Entradas $ 20.-

http://www.elacople.com/

El teatro que lo vio crecer


Con más de 30 años de historia, el local de 43 y 8 supo subsistir al paso del tiempo, manteniendo siempre vivo su carácter de plataforma de lanzamiento de los nuevos grandes artistas del rock.

Por Ana Clara Bórmida y Carolina Sánchez Iturbe
Fotografía gentileza Luis Zerillo

“Cuando El Teatro se habilitó para el rock fue una esperanza para los músicos”, asegura Pepe Fenton mientras repasa la historia de uno de los lugares más emblemáticos de la ciudad. Construido a principios de los ’80, El Teatro mutó a la par de las circunstancias: fue sede del Teatro Argentino después de que se incendiara en octubre del ’77; prestó su escenario a bandas que cambiaron el curso de la historia, como Patricio Rey, Sumo y Virus; se transformó en centro cultural nocturno de la mano de la música electrónica y La Boutique; y, actualmente, importó ideas de Capital Federal y tomó la forma de café concert.
Cuando el rock llegó al Teatro, luego de que la ópera y las danzas clásicas se hubieran apropiado del escenario, “que se habilitara ese lugar para recitales fue un escándalo para la puta oligarquía platense, y sin embargo la gente de El Teatro tuvo esa visión”, recuerda Fenton. Los Redonditos de Ricota tocaron por única vez en el local de 8 y 43 en 1984, después de un largo período en el Teatro Lozano; a partir de entonces, llegó la masividad. Como si hubiese sido la plataforma de lanzamiento de las bandas, Sumo también encontró la popularidad después de presentarse ahí en el ‘85.
Fenton cuenta que en aquellos tiempos la escena rocker era completamente diferente: “juntar a 150 personas era mucho y los recitales no eran tan participativos. Como recién se había instalado la democracia, la gente todavía no estaba acostumbrada al agite, iba a que la banda le diera algo”.
Quince años después, y haciéndose eco del carácter precursor que tuvo en los ’80 el lugar, Luis Zerillo abrió las puertas de La Boutique, un espacio en el que por primera vez la música electrónica era protagonista en la ciudad. “Ahí se juntaban todas las tribus que no tenían cabida en ningún otro lugar: hardcores, skaters, rockers, gente de la cumbia, artistas, músicos, travestis”, puntualiza el DJ.
La música electrónica no era la única novedad de La Boutique. Durante las madrugadas también podían verse exposiciones de cuadros, performances de actores y artistas circenses y la inauguración del concepto de VJ, “el DJ tocaba desde el escenario, cosa que no se había visto nunca en la Argentina, y además había una pantalla en la que se proyectaban pinturas”, explica Zerillo.
Al igual que en el pasado, en el 2000 el Teatro fue la cuna de artistas que luego fueron masivos. Durante las noches de La Boutique, era habitual ver ahí a Hernán Cattaneo, Carlos Alfonsín y Luis Nieva musicalizando.
Poco menos después de un año de su inauguración, la Municipalidad clausuró a La Boutique; sin embargo, no logró echar por tierra el legado que dejaría el lugar en la escena electrónica de la ciudad. “Aunque ya pasaron 10 años, todavía hoy se sigue hablando de La Boutique. Hay incluso profesores de Bellas Artes que les cuentan a sus alumnos lo que pasó en aquel momento”, dice Zerillo con orgullo.
Dispuesto a convertirse en un espacio mítico, después de La Boutique El Teatro albergó a las bandas de rock que no tenían escenario. Así, por ahí pasaron artistas como La Vela Puerca, Babasónicos y Árbol antes de la masividad de los estadios. También fue el lugar que Pappo eligió para dar su último recital en la ciudad y donde Skay presentó su proyecto solista.
Aunque la tragedia de Cromañón haya obligado a cerrar las puertas de El Teatro durante dos años, en 2007 reinauguró con un formato de café concert completamente novedoso para la ciudad. Como si no pudiese olvidar sus orígenes, el local sigue siendo escenario de los músicos más prometedores de La Plata. De ese modo, los dos sellos discográficos independientes más importantes de la escena rock platense (LAPTRA y Cala) realizaron recitales en el lugar, presentando a bandas como NormA, Mostruo! y Él mató a un policía motorizado.
Ni el paso de los años, ni la fuerza de las circunstancias lograron que El Teatro perdiera la tradición que mantiene desde los ’80. Aún hoy, para quienes alguna vez pasaron por ahí, sigue siendo uno de los templos del rock.

De Garage - Marzo de 2010
(siempre es mejor la versión en papel)

martes, 9 de marzo de 2010

Dirty Diamonds en Ciudad Vieja


Durante la madrugada del sábado, nueve mujeres acompañadas por un saxofonista demostraron de la mano del sensual neo swing que interpretan por qué la denominación “sexo débil” murió hace rato.

Por Carolina Sánchez Iturbe
Fotografía de The Dark Flack (http://www.thedarkflack.com/)

La Plata, marzo 9 (Agencia NAN-2010).- La mujer se hace dueña del escenario, se calza sus mejores ropas y, cuando se cuelga sus instrumentos musicales, demuestra que el denominado “sexo débil” dejó de existir hace rato. La mujer despista. Juga a ser la femme fatale y aprovechándose de la atención que sus portaligas despiertan, se gana el respeto y la admiración de quienes la rodean. Durante la madrugada del sábado, en Ciudad Vieja, la mujer se convierte en muchas de ellas: las Dirty Diamonds; y festeja al son de la música.
Dirty Diamonds es la big band de neo swing --un género tradicionalmente ejecutado por varones-- que ya lleva casi 5 años de trabajo en La Plata. Originalmente constituida sólo por mujeres, hace poco tiempo aceptó la incorporación masculina con la corriente llegada proveniente de los vientos del saxofonista Federico Jaureguiberry. Sin embargo, ellas multiplican por nueve esa presencia y, claro, siguen siendo mayoría.
Una ellas, Fernanda López Camelo, baila al mismo tiempo que el calor se apodera del bar. Enfundada en un vestido rojo que deja en evidencia su figura curvilínea, salta sobre unos tacos altos al tiempo que entona “Shake your lovemaker", la versión del tema de Cherry Poppin’ Daddies. A su lado, Rhonda, una de las chicas más glamorosas de la ciudad, se hace cargo de los sonidos graves que su bajo acentúa. Entre tanto, las otras siete mujeres y sus polleras con tajos pronunciados, junto al saxofonista, completan el cuadro ejecutando cada uno de los matices de la canción de principios de los ’90. Imposible imaginar un mejor homenaje a la feminidad.
Por eso, el público aplaude absorto cada una de las acciones que esas nueve mujeres realizan, al tiempo que la cantante se trepa de un salto sobre una de las mesas, desde donde demuestra que su voz es perfecta y mueve cada uno de sus músculos poseída por el sonido de los saxos. Desde ahí, la entrega al espectáculo parece absoluta y se torna difícil quitar la mirada del escenario.
Demostrando su carácter de pasionaria, cuando llega la versión de “Americano”, la canción de Brian Setzer, López Camelo sacude la cabeza y las piernas sin preocuparse por si al agacharse su ropa interior queda expuesta, mixturando la sensualidad del swing con la fuerza del rockabilly. Detrás de ella, la flautista y la saxofonista se sonríen y bailan aunque el reducido escenario del lugar, que rememora a los antiguos bodegones de bodeville, las obligue a limitar sus impulsos.
Cada vez que se produce un silencio, quienes son testigos de la muerte de la mujer sumisa aúllan, celebrando el despertar de desmesura en el género. Entonces, las Dirty vuelven a la ametrallar con "What’s next”, el popular tema de Royal Crown Revue. El sonido híper festivo (apto para la presentación de un show televisivo) de la canción tienta a tres chicas acodadas en la barra, provocando que sus caderas se muevan.
Después de más de una hora de recital y con el pelo empapado por la transpiración, Fernanda anuncia el final del espectáculo. Sin dar tiempo a que la banda se retire del escenario, el público pide a los gritos un tema más. Habiendo agotado todas las canciones de su repertorio, la cantante le pregunta a sus seguidores cuál desean escuchar nuevamente. Setzer resulta ganador y el bajo de “The dirty boogie” suena con potencia. Los coros que realizan las chicas de la banda resultan encantadoramente simpáticos, aunque ninguna de ellas se distrae en la ejecución precisa de la melodía. Carisma y determinación parecen ser los condimentos que hacen de las Dirty Diamonds una combinación explosiva; la explicación de por qué las mujeres, conservando lo mejor de su sensualidad, ya nada tienen de sexo débil.

MySpace: http://www.myspace.com/dirtydiamondsbigband

viernes, 5 de marzo de 2010

Rock this town, baby!


Junto al rockabilly, el jopo y los cinturones con hebillas anchas, se ganó un lugar en la escena artística platense sin necesidad de ser músico. Con ustedes, Caio Armut, el hombre que rockea la ciudad.

Por Carolina Sánchez Iturbe
Fotos The Dark Flack (
www.thedarkflack.com)

“Voy a cumplir 25 años de jopo, ¿qué tul?”. No es difícil pensar que los días de Caio Armut transcurren a tres metros del suelo. Que, por una falla gravitacional, su estado natural es ése en el que se lo suele ver los sábados a la madrugada: con los pies bien desprendidos del piso y en continuo impulso al ritmo de la banda que esté sonando. Sin embargo, y aunque él se defina como un “cachivache”, su lugar de público destacado en la escena rocker platense no es casual.
Todo comenzó a principios de los ’80, cuando The Police llegaba a Argentina con Zenyatta Mondatta y Caio, a los 13 años, alucinaba desde casa. “No era Almendra, ni era Sui Generis, era rock: era un loco tocando la batería de una manera terrible, y era un bajo que sonaba re fuerte, y era otro pibe que tenía una voz increíble; era otra historia. Fue entonces cuando dije eso es, de eso se trata”, explica.
Después de ese primer despertar, llegó AC/DC para “romperle la cabeza a todos”, el recital de Soda Stereo en Metrópolis, los días de heavy metal (“de pelo largo y campera de cuero”) y la presentación de Sumo en Berisso, en la que recuerda haber sentido “una inseguridad extrema”. Pero fue recién en el ’86, con los Stray Cats y el rockabilly, que ya no hubo marcha atrás. A pesar de fantasear con la idílica vida de los años ’50, el hombre de la sonrisa eterna no se encerró: “me gusta toda la música (el rock es lindo); de hecho, voy a ver bandas que no tiene mucho que ver el género de una con la otra”.
“En los ’80 se iba a bailar y de paso te ponían un recital. No estaba abierto el espacio para las bandas locales. Hace poco, vi nueve bandas en un fin de semana, y salí en el Guiness, pero eran todas grosas; eso no existía en los ‘80. Ahora es al revés, vas a ver a una banda y te quedás tomando algo”, Caio asegura que ese crecimiento del circuito platense hace que disfrute mucho más de “estos últimos 10 años”. “Descubrí lugares a medida, que son como me encantaría que sean y con la gente que me gustaría que esté”, concluye.

A la par de los cinturones con hebillas enormes, los chupines y, claro, su jopo, Caio logró construirse una imagen inconfundible que imposibilita que pase desapercibido. Eso, por supuesto, junto al estado de ánimo que lo caracteriza. “Siempre fui un payaso. Yo arranco a las 6.30 de buen humor y me acuesto a las 11.30 riéndome”, dice segundos después de imitar la reacción de quienes no lo conocen y lo ven bailar durante el recital de alguna banda, al grito de “va a caer y van a dejar de tocar por culpa de éste, ¡péguenle que es estúpido, átenlo!”.
Las bandas a las que define como sus preferidas (entre las que se puede listar a Mostruo!, Villelisa, NormA, Noches Florentinas, La Secta y Los Hermanitos Kaiser), son las mismas que siempre guardan un lugar para Caio: “no puedo estar quietito si la banda me gusta, y eso contagia. Entonces, la misma buena energía vuelve”. Magnético como pocos, logró incluso enmudecer a Pipo Cipolatti cuando se lo cruzó en Caetano y lo llevó a rastras hasta la barra. Aunque los artistas lo integren, Caio lamenta no ser músico, “me hubiese encantado cantar o, aunque sea, declarar mi rebeldía con un triángulo”, dice luego de contar lo feliz que fue cuando hace un par de sábados cantó “Toc” con The Plasticos.
Más allá de la imagen que proyecta en las madrugadas, Caio también es “laburante y papá durante la semana”. “No soy sólo el cachivache del sábado a la noche; sí, soy un desastre, pero esas son licencias que me tomo por una semana de trabajo corrido”, así es cómo explica la conjugación perfecta que pudo crear entre rock y familia, para luego añadir que la suya puede ser “una vida mucho más honesta que la de un tipo de saco y corbata”.Por último, y fiel a su estilo avasallante, pide que la entrevista finalice a su manera: “a esta nota no me la tendrían que haber hecho a mí, se la tendrían que haber hecho a The Dark Flack. Que la nota termine así; entre paréntesis, chiquito, pero ponelo porque es verdad”. Imposible no escuchar al hombre pogo.

De Garage - Marzo de 2010
(siempre es mejor la versión en papel)

Y sí seguís explorando? (si total, no nos vamos a dormir...)

Related Posts with Thumbnails