sábado, 30 de julio de 2011

El rock es mi deporte



Desde 1989 hasta 1995 funcionó en la ciudad de La Plata un bar que supo ser chancha de paddle y rockería al mismo tiempo. Mientras los vestuarios de los deportistas funcionaban de camarines para los músicos, decenas de pelilargos fanáticos de Axl Rose copaban el lugar, en donde tocaron bandas como Míster América y Barracuda. Arenas Pub demostró que el rock en vivo no sólo puede quedar en manos de bolicheros.

Por Ana Clara Bormida y Carolina Sánchez Iturbe


Pocas veces el rock logró unirse con el deporte. Como si se trataran de dos polos opuestos del mundo, nadie hubiese podido imaginar que en una cancha de paddle podría erigirse uno de los templos del rock que, aún hoy, 16 años después, es recordado entre anécdotas y expresiones de cariño por los músicos que por ahí pasaron. Sin embargo, todo es posible en una ciudad donde los sonidos y el público bien dispuesto abundan.
Sobre calle 7, entre 42 y 43, donde hoy existe una casa de computación, se erigió Arenas Pub, el bar en el que, sobre el frente y apoltronados en escenarios improvisados “casi todos los músicos platenses del momento” tocaron, mientras la cancha de paddle del local, aún en funcionamiento, se transformaba de camarín para las bandas. “Con el tiempo, nos dedicamos más a las fiestas del rock que al paddle. Iba gente a jugar, pero el fuerte del lugar eran los recitales de rock”, recuerda Claudio Soldi, uno de los dueños del mítico lugar y actual bajista de Viejos, Sucios y Feos.
“Tocar en Arenas era como tocar en tu lugar, en el living de tu casa”, describe Andrés Dupetit, quien cantó sobre el escenario de Arenas con su banda, Pantera Negra, en numerosas oportunidades. “Ahora la queja de todas las bandas es que tenés que pagar para tocar, y éste era un lugar donde podías ganar un peso. Imaginate que nosotros sacamos un demo gracias a Arenas”, sostiene dispuesto a remarcar las virtudes del lugar: “Era un lugar muy lindo, te sentías cómodo. Los dueños no se fijaban demasiado en si la banda llevaba mucha gente o no. Por eso, tocaron todos ahí”.
Por las facilidades que otorgaba un lugar comandado por un músico que entendía de arreglos justos, bandas tan disímiles como Guasones, Peligrosos Gorriones, Míster América, Los Hermanos Macana, Pantera Negra, Barracuda, Viejos, Sucios y Feos y Elefante Violeta se apropiaron de ese lugar que, entre el ’89 y el ’95, supo dejar un legado en el rock local.
En una construcción de paredes blancas que contaba con una barra de madera tallada, algo más de cien personas se encontraban los fines de semana para escuchar música. Con unos inicios experimentales, en los que el rock en vivo se desarrollaba solamente los sábados por la madrugada, el éxito de Arenas y su escenario que mudó de ubicación varias veces fue tanto que, hacia el final, las bandas llegaron a coparlo sin descanso de miércoles a domingo. De ese modo, acostumbraba acercarse hasta el local de calle 7 “un público habitué que, tocara quien tocara, iba; más allá de los seguidores de cada uno de los músicos”, según recuerda Soldi, quien inauguró el boliche junto a Héctor Cuevas. Por su parte, el cantante de Pantera Negra sostiene que el bar no sólo era pintoresco por su estructura, sino también por quienes lo frecuentaban: “Iban personajes de pelo largo, era una época muy Axel Rose. Todos querían ser Axel Rose”.
“Ahora este tipo de lugares son más empresariales, piensan más en la ganancia. Arenas fue un tanto romántico porque le daba mucha comodidad a las bandas, tenían mucha onda. Al ser uno de los dueños músico, es lógico que haya sido así”, asegura Andrés, quien luego afirma sin vueltas que para el rock local resulta “malísimo que haya cerrado”.
La burocracia suele ser un problema y pocas veces los proyectos logran sobrevivirla. Así, el último día de 1995, EDELAP decidió quitarle el medidor de electricidad a Arenas, dejándolo sin servicios durante todo el verano. Es que la empresa de energía juraba que los dueños del local le adeudaban una factura del ’85 y, luego de iniciarles acciones legales, tomó la determinación de cortar de raíz. Con una feria judicial y un juicio encima, la sociedad entró en quiebra y el mítico boliche de 7 entre 42 y 43 cerró. Sin embargo, las hazañas saben de revanchas y la de esta rockería, según Claudio, aún está pendiente: “Siempre está la idea de abrir un bar. El deseo se reaviva cuando me encuentro con algún músico. En cualquier momento, aparecerá un nuevo Arenas en la ciudad”.

(siempre es mejor la versión en papel)

jueves, 21 de julio de 2011

Mil veces demente


Desde su blog, él dona dinero a la banda que produzca el mejor disco independiente del año. Y aunque todo pueda parecer el resultado de un loco atacado por la filantropía, a él eso poco le importa, mientras jura que para disfrutar hay que escuchar y que para escuchar, es necesario investigar. Con ustedes, Mr. E, el regalón del under.

Por Carolina Sánchez Iturbe
Ilustración de MAP (http://martinprenassi.blogspot.com)

Escondido tras la pantalla de una computadora, año tras año un demente regala dinero. De a mil pesos por vez, él elige entre un pilón de discos editados de manera independiente al mejor del período y, sin más, hace su donación a la producción under. Y mientras hay quienes se pelan las cabezas intentando armar sus quintas en torno a las bandas de rock,  Mr. E, el demente, asegura que lo suyo no es tan raro, que se trata sólo de una cuestión de perspectivas.
“Cuántos tipos dan su tiempo para ayudar a otros, dando afecto, cariño… Lo sorprendente de la movida de Mr. E es que la solidaridad se da en un ámbito donde la colaboración no es habitual. En otros ámbitos, sí lo es; entonces, ésta es una cuestión solidaria mínima frente a lo que hace un montón de otra gente. Yo lo hago con afecto y con amor porque me da placer. Pero sí, para el contexto del rock es una novedad”, señala el hombre que, desde Mar del Plata, se las ingenia para lograr acceder a la música que las bandas editan solitas con su alma: “Cuando viajo a Buenos Aires y a La Plata, aprovecho para comprar discos porque acá no hay ni fútbol ni rock”.
Al parecer, el demente no es sólo ese hombre de voz grave que encabeza la movida de Mr. E. Por lo que él cuenta, se trata de cuatro chiflados que, juntos, se divierten escuchando música y regalando dinero: “Esto es nada más un juego que compartimos con mis hijos adolescentes y con mi mujer”, asegura para luego describir que el suyo es “un proyecto familiar” que se sustenta en la complicidad que los sonidos permiten establecer y que, finalmente, resulta en situaciones expansivas en las que, por ejemplo, el hijo de 17 años termina “bajándoles línea a los amigos, a quienes les lleva discos de bandas independientes”.
Lo cierto es que la de Mr. E es una idea que traslada al rock lo que el Sr. S hace, “aunque con muchos más recursos”, por el teatro independiente de Buenos Aires. “Cuando encontré esta idea del Sr. S, que elige a una compañía y le monta una obra durante el año siguiente, me pareció que era una buena forma de canalizar el agradecimiento que yo siento con los músicos. Estoy agradecido por todo lo que los músicos independientes hacen y ésta es mi manera de manifestarlo”, asegura con voz firme el ideólogo de todo este delirio rock desde una Mar del Plata en la que, seguramente, también está anocheciendo. Todo para luego destacar el respeto que le provocan por los artistas que liberan solitarias batallas para lograr las producciones discográficas.
Ese hombre que año tras año regala mil pesos a un grupo de rockeros, asegura que lo que hace es poco, que lo que realmente quiere es fundar el sello Mr. E Records, desde el cual editar el disco completo de las bandas y “no sólo aportar mil pesos, que no son nada”. Por más demente que sea, el rockero quiere ser parte. Quiere disfrutar con el cuerpo de las guitarras distorsionadas y, sin importar con qué medios, compartir con sus pares esa situación de placer. Así, Mr. E consiguió su propia fórmula, basada en escuchar, agradecer y ayudar: “Ésta es una forma de buscar un espacio que no tengo como oyente, de tomar un protagonismo que, en algún sentido, me permita entrar en el rock independiente por una ventana”.
La llegada de Mr. E a lo que hoy es música independiente es parte de un recorrido que se inició décadas atrás, cuando él era aún un niño y escuchaba por primera vez a los Beatles, que supo hacerse de la inocencia de toda una generación. Y así como hoy Mr. E investiga sobre las bandas que en los grandes medios serían catalogadas como “revelación”,  por aquellos días también debía bucear si lo que quería era escuchar. “No había ni siquiera revistas; si te comprabas una revista importada, te hablaba de discos que iban a llegar al país un año más tarde. Tenías que ser un verdadero cultor porque si no era aburridísimo, te tenías que mover como loco para averiguar qué estaba pasando en el rock”, recuerda para luego describir entre risas una anécdota a la que categoriza como paradigmática de la época: “Me gustaba mucho el AC/DC de Bon Scott, el primer cantante. Cuando salió Back in Black, lo compramos importado con unos amigos e inmediatamente fuimos a la casa de uno de ellos a escucharlo. Nos sentamos, lo pusimos y nos dimos cuenta que la voz era de otro tipo. No entendíamos nada. Tardamos meses en saber que Scott había muerto”.
Años más tarde, los días de estudiante en La Plata, juntaron un cúmulo de nuevas experiencias, aunque, por aquellos días, el rock platense era apenas “una movida muy pequeñita, opacada por lo que por entonces era rock independiente en Buenos Aires, que era como la segunda línea de las compañías discográficas de la que, por ejemplo, formaba parte Don Cornelio y la Zona”. Sin embargo, aunque la escena local haya sido apenas incipiente, Mr. E recuerda muy bien las presentaciones de Topografía Difusa: “El Cabe Mallo era un tipo que tenía unas bolas bárbaras. En ese momento, la Argentina recién empezaba a retomar el hilo de la libertad, acababa de volver la democracia, y no era fácil salir como lo hacía el Cabe. Los que éramos jóvenes, no teníamos la cultura de ser libres. Queríamos ser libres pero nos daba mucha vergüenza. Al Cabe, no”.
 medallas colgadas que valen mucho”, dice con amabilidad el hombre cuyo nombre y apellido es un misterio, y continúa: “Vi a Sumo varias veces, vi a The Police, a V8. Por aquel entonces, V8 no era un mito, era una banda que estaba en el candelero, era como ver a cualquier banda independiente hoy. Éramos parte de un mito que no sabíamos que iba a ser. Así, también, a Soda Stereo la vi en una disco marplatense junto a otros cien tipos. Ni de cerca íbamos a pensar que iban a llegar adonde llegaron”. Aunque la lista de shows en vivo sea sumamente interesante, Mr. E jura que la mejor experiencia llegó recientemente, cuando en octubre pasado los Pixies pisaron el Luna Park: “Fui al recital con mi hijo. Cuando salieron al escenario, yo estaba ahí con él y sentí que se cerraba un círculo entre mi fanatismo por la música y mi hijo que me acompaña en este gusto. Entonces, empecé a llorar como loco. Fue genial”.
Como rockero de buena ley, a Mr. E la música le ocupa la mayor cantidad posible de horas de su día, adueñándose de la sonorización de la cotidianidad. “Sin embargo, siempre siento que me estoy quedando afuera de un montón de cosas porque ahora hay mucho. Un escritor dijo: Por cada libro que leo, me angustia pensar que es otro libro que no leo”, cita para luego reírse y asegurar que lo suyo es pura satisfacción. Entonces sí, por fin, reconoce ser un demente al que poco le importa serlo.


De Garage – Julio de 2011
(siempre es mejor la versión en papel)

sábado, 16 de julio de 2011

La cuarta bomba...


BOMBA TEXTO
Número 4

15.30hs
historietas: Juan Soto
crónica fotográfica: Maxi Reptilia muestra Bellas Artes
instalaciones y proyecciones: La Vecindad el Electro
+ feria de discos y revistas independientes
+ Pasatiempos
+ cervezas artesanales de Hermanos & Brothers

18hs
en vivo!: The Plasticos

Dom 17/7 - 15.30hs
Planta Baja Estación Provincial - 17 y 71

ENTRADA LIBRE Y GRATUITA! NO SE SUSPENDE POR LLUVIA!


Bomba Texto es el suplemento cultural en 3D que se armó para, el tercer domingo de cada mes, inmiscuirse en el mundo de Feria en la Esquina, la feria de diseño de indumentaria, accesorios y objetos que todos los fines de semana se desarrolla en los bares Imperio y Ciudad Vieja.
Bomba Texto cuenta con numerosas secciones que se reescriben con el paso de la gente por ellas y en las que hay trabajos de historietistas locales; una crónica fotográfica realizada por un artista para cada evento; un espacio de proyecciones e instalaciones, conformado por VJ's y DJ's seleccionados por La Vecindad del Electro; un stand en el que Concepto Cero muestra sus producciones; una zona de pasatiempos; un periodista realizando en vivo una crónica del evento; el recital de una banda; una batea de discos de bandas locales, que a partir de esta oportunidad sumará también las producciones reunidas por Lachacha Discos Ambulantes, encargada de armar un catálogo de discos de autor; una mesa de publicaciones independientes; y un espacio de clasificados, donde se podrán recorrer los puestos de Feria en la Esquina.

Organizan:
Feria en la esquina / Beat64 / Cronopunk

Colaboran:
La Vecindad del Electro / Hermanos & Brothers / Concepto Cero / Tres al cubo / Chikito Móvil Records

http://www.facebook.com/bombatexto

viernes, 8 de julio de 2011

Sencilla y crudamente rock


Durante los ’80, La Plata albergó dos rockerías que rindieron tributo a los garajes. A pocas cuadras de distancia y con apenas algunos años de diferencia, ambos locales quedaron en la memoria por haber sido el escenario elegido por Patricio Rey y sus Redonditos de Ricota. Pepe Fenton, Jorge Vimercati, Ricardo “el mono” Cohen y Ricardo Rodrigo reconstruyen la historia.

Por Ana Clara Bormida y Carolina Sánchez Iturbe

El rock nació en un garaje. Esa suerte de trastienda de los hogares siempre supo ser la cuna de los sonidos distorsionados, ésos que logran estimular a los adolescentes, eyectándolos hacia otra realidad. Por eso, quizás, no es extraño que en los ’80 en La Plata, la ciudad que nunca deja de rendirle tributo al rock, dos bares hayan elegido ese nombre para, en su interior, encerrar los deseos y proyecciones de esos montones de jóvenes deseosos de mundos paralelos.
“Hubo un primer Garage que funcionó a principios de década y que era manejado por Rocambole”, rememora Pepe Fenton, haciendo alusión al local que se había montado sobre la calle 6 entre 43 y diagonal 74. “La entrada estaba a la altura de la calle, pero el salón quedaba en un subsuelo. Era la época de El Boulevard del Sol y de El Borda. Esa era una típica roquería cuyo principal objetivo era que tocaran bandas platenses y algunas de Capital”, señala. Así, ahí tocó Fenton junto a Patricio Rey y sus Redonditos de Ricota, cuando la banda aún no había logrado conquistar masivamente los corazones del público. Esa noche, describe Fenton, estuvo invitado Miguel Abuelo, y Las Bay Biscuits fueron las responsables de los coros de Superlógico.
“Luego, hubo otro Garage. Éste ya era un emprendimiento comercial a gran escala y funcionaba como boliche bailable. No era una roquería, sino que era como un microestadio. Los Redondos tocaron ahí a fines de los ’80, cuando ya eran más convocantes”, aclara.
El segundo garaje era claramente más grande que el anterior. Con una estructura que aún hoy conserva con fidelidad y que puede ser recorrida a la par que se visita el mega vivero Garden Shop, ubicado en 10 entre 58 y 59, anteriormente a su historia rockera era un estacionamiento de autos. “Era una cochera que, en el primer piso, tenía balcones a los costados. Una caja hecha con hierro, cemento y techo de chapa”, cuenta Jorge Vimercati.
“Era como estar en un rancho grande, ubicado en un lugar bien céntrico y que solía funcionar como boliche bailable”, agrega Ricardo Cohen (Rocambole) para luego narrar aquel diciembre en el que la banda liderada por el Indio Solari desembarcó en el lugar: “Estuve en la organización de ese recital. En El Garage entraba mucha gente, pero esa noche excedimos ampliamente la capacidad. Podría haber sucedido un Cromañón ahí”.
“En el show de los Redondos, había mucha gente, gente hasta en la vereda. Y como hacía mucho calor, nos tiraban agua encima”, relata Ricardo Rodrigo, actual guitarrista de Corazones. A la par, Jorge Vimercati destaca que, debido al exceso de público, esa noche él fue uno de los que tuvo que quedarse escuchando desde la puerta a las guitarras de Skay Beilinson sonando.
Por El Garage de calle 10 pasaron bandas como Todos tus muertos y Bar 39, la banda que Pablo Silvera, Guillermo Coda y Tete Morgada formaron a mediados del ’87 y que, además, se adscribe haberse hecho cargo de la inauguración del lugar durante ese mismo año.
Hace 20 años, La Plata no sólo fue peculiar por encerrar calles numeradas y colectivos nomenclados, sino que también fue la ciudad dueña de los garajes más frecuentados del ese mundo paralelo que construye el rock.

De Garage – Junio de 2011
(siempre es mejor la versión en papel)

miércoles, 6 de julio de 2011

Relatos de Una Muñeca Rusa


Hace no más de dos años, cuatro fotógrafas se reunieron para, sin querer, convertirse en una gran artista. Trabajando a la par y entregando sus obras --y consecuentes firmas-- al colectivo que crearon, Florencia Del Gesso, Muriel Lamarque, Licia Musacchio y Daniela Neila creen que el poder de síntesis es lo que realmente importa.

Por Carolina Sánchez Iturbe
Fotografías de The Dark Flack (www.thedarkflack.com)

La Plata, julio 6 (Agencia NAN-2011).- Una mujer camina en el desierto y sostiene cinco globos rojos. Sus pisadas son evidentes, pero el trayecto que queda por delante es uno de esos misterios indescifrables, imposibles de resolver. A su alrededor la nada se desvanece mientras que otras chicas, sus pares, son intervenidas por el color, continuando ese relato que, hasta ese momento, era puro suspenso. Entonces, con la unión de sus partes, la historia se completa. Como esas féminas retratadas, Florencia Del Gesso, Muriel Lamarque, Licia Musacchio y Daniela Neila forman una única mujer capaz de nutrirse de sus detalles individuales para, así, narrar grandes historias. Una muñeca rusa las reúne, las engloba y, lejos de encerrarlas en su interior, logra impulsarlas.
Todo empezó en 2009, cuando Neila convocó a las demás fotógrafas para un evento. Poco después, el hallazgo de nuevas posibilidades creativas las atrajo hacia la formación de Una muñeca rusa, el colectivo que hoy las encuentra unidas en el desarrollo de imágenes, exposiciones y planes. “La idea de Daniela era colgar fotos de autores que, para ella, tenían un hilo conductor en común. Entonces hicimos la primera muestra, que se llamó Versiones. Y como el resultado fue lindo y había onda y ganas, surgió la idea de seguir trabajando”, rememora Musacchio.
Poco después, Daniela ahonda y explica cómo evolucionó el proyecto que tiempo atrás ideó junto a sus compañeras hasta, incluso, hoy conseguir deshacer las individualidades: “Ahora hay amigos que no logran distinguir quién es el autor de cada foto. Ya no identificamos los trabajos con nuestros nombres, pasan a ser identitarios del grupo”. Así, el resultado consiste en obras que abordan temáticas y estéticas que recorren un mismo camino y que pertenecen a todas las muñecas y a ninguna al mismo tiempo.
Por ello, no es casual que el concepto con el que distinguen a la producción que elaboran juntas rememore a las bondades de las matrioskas: “Cuando pensamos en un nombre para el grupo, la idea partió de las partes de un todo y de lo que queríamos proyectar: el trabajo de adentro hacia afuera. Entonces, se nos ocurrió que la imagen de la muñeca rusa se adaptaba a lo que buscábamos porque ella engloba a en una sola muñeca a muchas otras”, explica Licia para luego aclarar que, finalmente, la identidad del colectivo terminó de verse reflejada cuando Dimas Melfi, un dibujante catamarqueño, le creó un logo y una tipografía propia.
Más allá de los inicios, Del Gesso, Lamarque, Musacchio y Neila juran que el trabajo de las muñecas les permite aprender y avanzar con sólo mirar a sus compañeras. Es que lo cierto es que todas ellas, por sí solas, tienen un fuerte desempeño en el mundo de la fotografía artística de La Plata. Así, en su caso, la suma de las partes alteran el producto, consiguiendo obras en las que lo que parece primar es la delicadeza, aunque, según declaran, no una visión de la femineidad. “Tranquilamente, podría haber un varón en el grupo y funcionar. No me parece que la nuestra sea una fotografía femenina o de género. Por ahí, justo coincide que somos chicas y es más fácil ver el lado femenino así. Sin embargo, los temas que abordamos surgen de las charlas que mantenemos. Se trata de una inquietud que alguna tiene y que sirve como disparador. Luego, en el transcurso del trabajo, la temática va mutando: arrancamos por un concepto, una palabra, que después va cambiando con las diferentes visiones que tenemos sobre él. Amén de esos pensamientos distintos que tiene cada una, el resultado comparte un único hilo conductor”, asegura Licia.
De ese modo, la producción de Una muñeca rusa se sustenta en una gran sucesión de reuniones en las que se analizan los avances individuales sobre un mismo concepto y, de igual manera, se realiza lo que Muriel define como un “trabajo de curaduría” que les permite reformularse y unificarse. De ese modo, en alguna oportunidad ese trayecto de meses resultó en la exhibición de una sola fotografía capaz de englobar la labor desarrollada por las cuatro chicas. “Todo tiene su razón de ser. Está bueno dejar algo librado a la imaginación de quien mira. Si el tema se resuelve en una foto, entonces ya está. Cuando me preguntan ‘¿Por qué tan pocas?’, yo podría responder ‘¿Por qué exponer más?”’, sostiene convencida Musacchio.
Con el transcurso de estos dos años, el colectivo logró una síntesis capaz de apostar a esa identidad propia que consiguieron construir y además avanzó hacia un terreno en el que la presentación de sus obras no se limita a sólo colgar imágenes fotográficas sino que también incluyen instalaciones a gran escala, en las que los espacios de muestra se ven intervenidos por Una muñeca rusa. De esa manera, recientemente inauguraron en El Solar su última exposición, “Escondites”, en la que el local de venta de marcos para cuadros terminó completamente empapelado. “Lo de las instalaciones fue una inquietud que se fue dando en la última etapa porque cuando empezamos era foto contra la pared. Cada vez nos vamos animando a más cosas”, resume Lamarque, dando paso a que Neila desarrolle cuáles son las intenciones del grupo: “Buscamos que haya un diálogo entre la obra y el lugar”.
Y como si el desarrollo de las instalaciones fuese poco, Del Gesso, Lamarque, Musacchio y Neila actualmente también construyen el Almacén de Arte Efímera --una suerte de biblioteca de arte contemporáneo que funcionará como una extensión de La Alborada y reunirá piezas únicas, libros de autor y soportes digitales-- a la par que planean el establecimiento de su propio laboratorio fotográfico, un lugar en el cual sea posible dictar talleres y brindar un servicio a colegas, sueño para el cual decidieron valorizar sus obras y, consecuentemente, ponerlas a la venta.
Abocadas al desarrollo de sus proyectos en conjunto, las cuatro fotógrafas no esperan a descolgar la exposición que montaron en El Solar para idear una nueva muestra. Por el contrario, ahora preparan su próxima exhibición, en la que llevarán al hostel Vendrás alguna vez una resignificación de una de las obras que presentaron durante el año pasado, “Rouge”, esa producción en la que una mujer carga en el desierto un quinteto de globos rojos, mientras a su alrededor la nada se desvanece cuando otras chicas, sus pares, son intervenidas por el color. Y, entonces sí, la muñeca rusa se desarma y presenta por fin a todas las muñecas que esconde, ésas muchachas capaces de contar un gran único relato.

* “Rouge” se inaugurará el viernes 15 de julio en Vendrás alguna vez, 2 nº 1029 entre 53 y 54, La Plata. Actualmente, se puede visitar “Escondites” en El Solar, 10 nº 380 entre 48 y 49, La Plata.

Blog: http://unamuniecarusa.blogspot.com

Agencia NAN (www.agencianan.com.ar)

lunes, 4 de julio de 2011

Viaje hacia el interior


Por Carolina Sánchez Iturbe

Hace tiempo atrás, Luz Maggio decidió perderse en los recovecos del camino que, quién sabe cuándo, había emprendido. Con una historia ligada a la escritura y el canto, hasta entonces ella había interpretado letras ajenas y donado sus textos a otros músicos dispuestos a convertirlos en melodías completas. Decidida a hacerse cargo de sus palabras y ponerles a ellas su voz y su cuerpo, formó lo que hoy es su banda: La Orquesta de Luz.
La orquesta que se completa con Matías Patinho en guitarras, Martín Krenz en violoncello, Jonatan Schenone en contrabajo y Francisco Villar en la batería, por su parte, inició hace más de un año un viaje retrospectivo que la llevó directo a los estudios El Ombligo donde, con la mano de Fernando Taverna de por medio, completó lo que sería el primer registro de la búsqueda artística que realiza la banda, traducido en una grabación de cuatro canciones que, tras ser presentada en diciembre de 2010, hoy encuentra su materialidad y se despliega bajo el título de “Lo que pasa en mí”.
Sin esquivar los atajos que le presenta su nuevo proyecto musical, Luz Maggio se desnuda en cada recoveco, a la par que inicia el primer EP de su banda con “En cero”, la canción en la que jura que esperar aquella señal que será capaz de devolverle su fondo sin bruma; todo para luego abrir camino a “Lo que pasa en mí”, donde jura sentirse en cualquier lugar excepto en sí misma. Pronto llega esa “Pereza” que provoca la espera de una nueva luz, donde persista el temblor de un beso. Y finalmente, “Nada nuevo” asevera que la cantautora ya no piensa en artilugios que la expulsen de ese mundo que creó junto al ser amado, a la par que da cierre al EP.
Así, “Lo que pasa en mí” se presenta como un trabajo discográfico breve pero no por ello menos intimista que sus intenciones, capaz de desarmar a una Luz Maggio entregada por completo a su orquesta y dispuesta a atravesar los vaivenes de un viaje hacia su interior.

http://www.myspace.com/orquestadeluz

Franceville agenda pocket – Nº 55, junio de 2011
(siempre es mejor la versión en papel)

Y sí seguís explorando? (si total, no nos vamos a dormir...)

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