martes, 14 de diciembre de 2010

Melina Sarmiento en Wayqe Trinidad


Durante la madrugada del jueves, Melina Sarmiento, la cantante de Noches Florentinas, dedicó una hora a canciones románticas y sentidas capaces de recorrer los desiertos mexicanos, donde la soledad pesa y provoca deseos de ajusticiar al hombre que provocó tanto desamor.

Por Carolina Sánchez Iturbe

Un santo e inefable fervor anidaba en aquellos sonidos, que temblaban a veces apenas audibles, como susurros misteriosos del agua, para aumentar luego, dulce y agriamente, como lamentos de cuerno bajo el claro de luna
[Noches Florentinas, Heinrich Heine]

La Plata, diciembre 14 (Agencia NAN-2010).- La sordidez de la oscuridad es el lugar donde pueden cohabitar sin complicaciones los mayores encantos con los más terribles pesares. Así, durante las noches, esas manos que acariciaron en penumbras pasadas, saben convertirse en fantasmas que, sin tregua, conducen a las lamentaciones más profundas, aquellas con las que todo parece irreversible y sólo resta desear que un buen trago de tequila funcione como la solución apresurada ante tanto desconsuelo. Aunque, claro, de fondo la melancolía de un sonido desesperado no permita más que recordar una y otra vez que el mundo no ha sido bueno.
Durante la madrugada del jueves, Melina Sarmiento es el recuerdo constante de ese desamor. La voz desesperada y triste que entona rancheras mexicanas en medio de La Plata. Y aunque en la ciudad de las calles en diagonal no sea habitual olvidar las penurias en una cantina, el sentimiento es el mismo: el peso de la soledad aprisiona y, en el mejor de los casos, provoca deseos de ajusticiar al hombre que provocó tanto desamor.
La noche comenzó complicada. Ante un bar lleno de gente, el sonidista y sus acoples prometían ser los dueños de cuanto improperio flotase durante las próximas horas dentro de Wayqe Trinidad, el nuevo local de la ciudad dispuesto a abrir sus puertas al arte platense. Sin embargo, cuando Melina Sarmiento sube al escenario, todo cambia. La compositora y cantante de Noches Florentinas, la banda que nació casi de casualidad en 2006 luego de que Sarmiento convocara a un grupo de músicos para editar su primer disco solista, es dueña de ese tipo de magnetismo que pocos seres llevan consigo, siendo capaz de, con su tono de voz dulce y apesumbrado, enfocar toda la atención en sus canciones que, pronto, se convierten en una interpelación constante a mirarlas de frente, sentirlas en la piel y, finalmente, desarrollar empatía.
Casi como una declaración de principios, todo comienza con “Noches Florentinas”, la ranchera que narra con detalle ese “domingo más que se diluye en sombras”, mientras la guitarra de Melina Sarmiento juguetea con el slide de Jorge Vimercati y el violín de Fernanda Ortega. Segundos después, llega con forma de vals con reminiscencias mezcaleras la “Historia maldita” en la que puede devenir el enamoramiento con sus temores y certezas.
Tras los aplausos que cosecha el buen principio de Melina con su voz, guitarra, vestido negro y medias red rojas, los músicos cambian: aparece en escena el teclado Fernando Alaniz y el slide, finalmente, se disuelve para dar paso a “Lo que hay” y, posteriormente, a “La llorona”, la versión platense de la canción popular mexicana que cuaja perfecta con el sonido western impreso por la banda y la entonación grave de Sarmiento, dispuesta a pronunciar una y otra vez que quien “no sabe de amores, no sabe lo que es martirio”.
Con el final de “Castigo”, suena “Son risas y risas”, la balada oscura e introspectiva que pide que, aunque sea mentira y signifique inventar una historia, alguien diga que todo es color de rosas, una seguidilla de sonrisas frente al dolor, que con la noche adentrada ya es ineludible.
“¿Será el bosque y los cuerpos? Arrullando el deseo, me voy hacia otra orilla. Desciendo y desespero”, dice Melina en “Penumbras”, cuando el recital está próximo a terminar --sólo resta “Luto sin fin”, la canción que será merecedora del aplauso generalizado del final--. Y, entonces, ya no caben dudas: en la sordidez de la oscuridad pueden cohabitar sin problemas la dulzura de una voz y todo su pesar frente a la desesperante soledad.


Agencia NAN (www.agencianan.com.ar)

2 comentarios:

Laureano dijo...

que buena crónica de esa noche, linda descripción para una linda velada.
Llena de sensaciones y emociones apoyadas en sonidos calidos y a veces desgarrodores, melodias simples pero complejas como los sufrimientos y placeres de la voz que los interpreta.

Una buena noche para disfrutar.

Una buena noche para recordad.

Unknown dijo...

muchas gracias, Laureano!
Realmente, creo que resumiste a la perfección cómo fue esa noche.
Abrazos!
caro

Y sí seguís explorando? (si total, no nos vamos a dormir...)

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