martes, 9 de junio de 2009

Refugio


Ella parecía infinita, tanto que lo mareaba. Ya había intentado frotar sus manos para olvidarse del sabor. La menta tampoco había sido útil. Todo en vano. Resignado, se hundió de cabeza y buscó, por fin, ahogarse

(Fotografía de Daniel Ayala)

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Y sí seguís explorando? (si total, no nos vamos a dormir...)

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