Traído directamente desde Brandsen, El Bar de Gerardo fue un boliche que, durante los años ’90, supo cumplir con sus expectativas: apoyar a los artistas locales, crear un espacio libre, donde todas las expresiones tuvieran cabida, y conseguir la simpatía del público.
Por Ana Clara Bórmida y Carolina Sánchez Iturbe
Fotos gentileza de Francisco Lagomarsino
Todo empezó en junio de 1995, cuando Cacho, el dueño de El Bar de Gerardo, hizo una breve presentación del lugar “y arrancó Mister América con Sea of love, mientras Astarita bajaba las escaleras cantando”, relata Francisco Lagomarsino. Después de eso, el boliche de 12 y 41 (que ahora se convirtió en el super bailable Mantra) supo albergar a casi todas las bandas del momento, convirtiéndose en otra de las esquinas emblemáticas de la historia del rock platense.
El bar no era más que un rectángulo con un escenario montado al frente de un mural enorme y, claro, una barra, “en la que al principio no había destornillador, sólo cerveza, fernet o Coca, pero que de tanto pedirlo subsanaron el problema”, recuerda el bajista de Falso Primer Ministro, banda que llegó a tocar alguna vez en el lugar.
El bar de Gerardo no tenía las mismas dimensiones que hoy Mantra. Era más pequeño aunque, como en todo reducto rockero, se lograba hacer ingresar a más gente de la posible a fuerza de amontonamiento: “Entraban cien personas sentadas, pero supo haber el doble… y quizás el triple”, afirma Francisco, mientras Federico Kempff reconfirma: “Con Siempre Lucrecia hemos cortado 200 entradas ahí”.
“Era un bar que estaba originalmente en Brandsen y lo trajeron a La Plata con el mismo nombre”, sostiene Kempff. El dueño de El Bar de Gerardo eligió que el suyo fuera un lugar rockero. Como en Brandsen no había la oferta de bandas que existía en La Plata, mudó su escenario a la ciudad. “Sentimos que no le podíamos brindar un lugar a otra gente, que la pelea sola y desde abajo, como son los artistas que realizan su propia obra”, rezaba el folleto de presentación del lugar.
El éxito de El Bar de Gerardo se basó en los mismos condimentos que aún hoy persisten en los espacios de la escena: exposiciones de arte, buena música, público distendido y bandas en vivo: “Era esencialmente rockero, pero supo tener ciclos de jazz. Casi siempre tocaba alguien, estaba formulado para eso. En una ocasión, el hermano de un amigo, que nos había ido a escuchar, pidió en la barra un licuado... y casi lo echan”, relata Lagomarsino, para luego explicar que el bar era uno de esos lugares en los que el aficionado a la música en vivo “sabe que algo va a encontrar”.
Federico Kempff sostiene que en ése lugar sucedió el debut de Catupecu Machu en la ciudad. Confirmando que aunque los años hayan pasado, la memoria no falla, Francisco describe a esa fecha como un show particularmente intenso. La banda de Capital llegó a La Plata como invitada de Perfil Venus, en donde tocaban los hermanos Bilbao. Ese recital, según Lagomarsino, “literalmente dio vuelta el local, con gente arriba de las mesas y cierta alarma en los dueños porque ahí no se hacía pogo, y los pibes lo promovían. Igual no rompieron nada”.
Además de Catupecu, en el boliche de 12 y 41 tocaron bandas como Estelares, Míster América, G.S.Escribas, Perpetuo Socorro, La Perdonavidas, Pechito Gambeta, Falso Primer Ministro, Siempre Lucrecia, Lord Mantra, Centavos de Austral, La Dieta de Worms, Dr. Gerente, La Especie, Flora y Fauna, Loco Mosquito, Lamidosos, Neuronantes, Las Canoplas, Parabólicos, Perfil Venus, Flores Subterráneas y Lord Mantra.
“Cuando tocamos ahí con los Ministros, había buena onda, la pasamos bien y tuvimos comentarios favorables… recuerdo una muy linda versión de Everything flows de Teenage Fanclub que hicimos con Diego Carlomagno en guitarra, y una zapada noise de diez minutos con Fede Kempff como invitado, que erizó los pelos de más de uno… Tan buena onda era el lugar que un fin de año subí con Siempre Lucrecia a tocar la guitarra ¡y en un cover de Creedence!”, relata Lagomarsino.
No se conocen los motivos que llevaron al cierre de El Bar de Gerardo, que, de acuerdo a lo que narra el bajista de Falso Primer Minisitro, luego tuvo varios nombres y se siguió tocando “pero nunca fue lo mismo”. Lagomarsino duda que los días del lugar hayan sido sencillos: “Los ruidos y la presencia de especímenes rockeros no eran tolerados con agrado por los vecinos. Pero tampoco había razzia todos los fines de semana, y eso que los ’90 fueron una década de reviente importante -y bastante generalizado- en el rock platense, madrugadas interminables y excesos químicos de toda clase”.
Como en los buenos sueños rockeros, El Bar de Gerardo buscaba ser un centro de interacción, donde la gente pudiera encontrarse y disfrutar sin limitaciones de ningún tipo, tal como lo expresaron los dueños del boliche en su folleto de presentación: “Interpretar claramente las necesidades del público, apoyar irrestrictamente a los artistas, crear un espacio libre, abierto a todas las expresiones del arte que podamos honestamente albergar, son nuestras premisas fundamentales”. Como en los buenos sueños rockeros, la ilusión se concretó.
De Garage - Agosto de 2010
(siempre es mejor la versión en papel)
(siempre es mejor la versión en papel)
8 comentarios:
El slogan de "El bar de Gerardo" era "donde siempre pasa algo".
Y, evidentemente, era cierto! jajajajajaa
Abrazos!
El bar de gerardo!! cuantos recuerdos! en ese lugar ví a "Estelares", a "Catupecu" y a "Lord Mantra", en los ´90 fue el mejor bar de La PLata.
Saludos
Es casi increible pensar en ver a todas esas bandas en un bar! Tremendo! Qué lindo debe haber sido!!!!
Abrazos!
Yo tambien ví a "Estelares" y a "Lord Mantra!!! Una época inolvidable. Que vuelva el Bar de Gerardoooo!
Besitos!
María Luz
qué buenísimo esto!
gracias, María Luz! Muchos besos!
Vivi en La Plata en los 90 y vi varias bandas grosas alli como Estelares, Catupecu Machu, Las Canoplas y Lord Mantra. Gracias por recordar ese legendario lugar de la ciudad de La Plata.
Juan Manuel
qué bueno descubrir que este post de hace ya un buen tiempo sirve para que alguien aún se encuentre con algunos buenos recuerdos, Juan Manuel!
Te mando un abrazo grande!
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