martes, 17 de agosto de 2010

Que Gire! en El Pasillo de las Artes


Poesías regadas en papeles, un par de muestras fotográficas, una pequeña feria de ropa y las canciones de Suma de Vacíos y Salomar fueron la combinación perfecta para que la fría tarde de domingo en el centro cultural platense se convirtiera en la sede de las amenas artes.

Por Carolina Sánchez Iturbe
Fotografía de The Dark Flack (http://www.thedarkflack.com/)

La Plata, agosto 17 (Agencia NAN-2010).- Un pasillo largo y oscuro es antesala. Mientras la tarde del domingo empieza a despedirse y la helada cae sobre la ciudad, en calle 6 algunos cuerpos resisten la pesadumbre que genera el ocaso del fin de semana detrás de ese pasillo, donde la luminosidad sepia es testigo de canciones e imágenes que buscan convertir a la jornada en un momento ameno.
Al ingresar a El Pasillo de las Artes, todo parece indicar que ahí nada pasa. Pero, luego de atravesar a tientas la oscuridad, ya en el medio del recorrido, la voz grave de una mujer indica que sí, que en realidad pasa de todo. Detrás de un cordel del que penden poesías escritas en papeles que parecen haber sido rescatados de algún viejo rincón, está el centro de acción y de atención del espacio cultural que hace poco tiempo reabrió sus puertas. Pura luz.
En la sala de exposiciones del Pasillo de las Artes la luminosidad tenue reina, en consonancia con el propósito de los organizadores de Que Gire!, la feria de domingo que ya llegó a su cuarta edición: que ése sea un espacio para las amenas artes. Contra una de las paredes del lugar, Sofía Ruvituso canta, recordando con su voz grave y profunda a las copleras del norte, que suelen entonar poesías populares al viento. Junto a ella, la guitarra de Felipe Ennis completa el dueto que es Suma de Vacíos y se encarga de ambientar los versos de la mujer con melodías que, con simpleza, dotan de calidez la escena.
“Quiero que sepas que voy a cambiar mi forma de ser, camino por los senderos y las flores se mueren a mi paso”, vocaliza Ruvituso, mientras a su lado las coloridas fotografías de Santiago Goicochea se exhiben sobre un panel negro que acentúa aún más sus tonalidades anaranjadas y verdes. Frente a ellos, cuarenta personas se acomodan en sillas y sillones formando un semicírculo desde el cual sea posible dejar al descubierto ese costado de la sala sobre el cual se despliegan músicos, fotos y ropa. Algún que otro distraído se acerca a los percheros, revuelve entre las prendas de vestir y luego, cuidando de no caminar por el medio del escenario --que no es más que un rincón al ras del suelo en el espacio--, vuelve a sentarse a la espera de algún mate o de alguna cerveza que se disponga a acompañar la escena.
Media hora es suficiente para que Suma de Vacíos realice un recorrido por su repertorio, atravesando momentos de introspección que pueden impregnarse de la más absoluta crudeza, cuando no parece haber mejor opción que “cortarse las venas”, o de profunda esperanza, cuando el sol sale y Sofía se permite jurar que desplegará “todo el universo partido para remendar lo que no está vivo”. Sin tiempo a bises, el dueto se despide, dejando el espacio libre para que Salomar, el cantautor de Mar del Plata, se apropie de él.
Mientras que el marplatense de cresta acomoda su guitarra en el escenario improvisado, la gente aprovecha la ocasión para invadir la sala y, recorriéndola, dejar sus huellas. Desaparece el silencio que hasta hace pocos segundos dejaba que sólo la voz de Ruvituso sea protagonista y completos desconocidos charlan y se acercan a las fotografías en blanco y negro que Sebastián Losada colgó en otro panel del lugar. Detrás de la barra de madera, Josefina Garzillo y Florencia Del Gesso, las organizadoras del evento, se sonríen complacidas.
Cuando Salomar empieza a tocar las primeras notas en su guitarra, el silencio vuelve a reinar. El muchacho celebra el clima que logró generar la música, decidiendo prescindir a partir de entonces de micrófonos y parlantes. Completamente desenchufado, le canta al mar, al viento y a las montañas, frente a la mirada absorta de los espectadores que logran oírlo perfectamente a pesar de la carencia de amplificación. En ocasiones, una guitarra bien ejecutada y una voz potente son suficientes.
“Sol en la ciudad, autopista a la felicidad, nada es tan complicado como me lo enseñaron”, entona Salomar, demostrando que las canciones de un cantautor también pueden ser odas a la despreocupación. El sonido pop del muchacho deja en evidencia sus raíces, rememorando a la playa, el surf y el viento suave de verano en la costa.
Cuando llega “Se nos escapa”, el artista anuncia que ésa será la última canción: el resfrío producto del invierno y el esfuerzo para cantar sin amplificadores no suelen ser buena combinación. “Oigo al viento y una laguna me trae el silencio, presiento que no podré olvidarte tan fácil, adentro las ruinas sólo recuerdan lo frágil y sostengo un paraíso de formas de arena que se deshacen con el viento”, canta Salomar para después concluir con el deseo de husmear el aire, mientras da un último golpe certero a su guitarra.
Finalmente, los aplausos son el preámbulo perfecto para que las voces vuelvan a elevar su volumen, a medida que se apropian del centro cultural que, con la llegada de la noche del domingo, ya tiene a su pasillo completamente iluminado tras el paso de las amenas artes.

Que Gire: http://quegire.wordpress.com/
Salomar: http://www.myspace.com/salomar
Suma de Vacíos:
http://www.myspace.com/sofiayfelipe

http://www.agencianan.com.ar/

No hay comentarios:

Y sí seguís explorando? (si total, no nos vamos a dormir...)

Related Posts with Thumbnails