En la primera entrega del manual de rock platense de El Acople, Mostruo!, normA y Villelisa, el trío dinamita del sello independiente Cala discos, demuestran cómo romper con la rigidez de una ciudad milimétricamente programada.
Una ciudad que fue diseñada al antojo de algún hombre que años después mereció que se nombraran edificios en su honor, puede albergar mucho más que calles perfectamente trazadas, diagonales que son la perdición de los turistas y un batallón de jóvenes confundidos que anualmente buscan hacerse la América en la Universidad. Una ciudad como La Plata, además, puede ser dueña del extraño privilegio de ser mencionada como el lugar donde “tirás una piedra, y le das en la cabeza a un rockero”. Por eso, y por la dudosa, pero no por ello imposible, estadística que jura que hay una banda por manzana, es que los sonidos que adornan a La Plata merecen ser narrados por capítulos en un manual de usuario que, claro, luego podrá ser utilizado a gusto del consumidor.
Con ustedes, la primera entrega, que busca retratar al trío dinamita (por prometedor y productor de rock en alta definición) del sello local independiente Cala Discos: Mostruo!, normA y Villelisa.
Mostruo!: Si probás, no parás
El cuarteto comandado por Kubilai Medina, Lucas Finocchi, Luciano Mutinelli y Federico Mutinelli desde hace más de 6 años que se las trae. Con un sonido que lo caracteriza y que suele asociarse con el rock argentino de los ’70 (léase: Pescado Rabioso, Billy Bond y La Pesada, Manal y Aquelarre), la banda gestada y criada en La Plata no tiene reparos al intentar despegarse de ese mote setentoso que la acompaña desde sus inicios y jurar con convencimiento que nunca buscó rememorar a ninguna década, todo para después concluir: “Tocamos lo que se nos canta las pelotas y lo que nos sale. De todas maneras, en los ‘70 quizás existían ciertas necesidades expresivas que hoy vuelven a existir, y eso lleva a que salga determinada manera de tocar… O, por ahí, somos gente nostalgiosa”.
Lo cierto es que la banda liderada por Kubilai (el hijo del ya mítico Alejandro Medina) siempre supo que no quería ser un grupo de rock tradicional; por eso eligió reírse de la postura rocker, regalar pequeños guiños a su público y, claro, jugar. “La ironía nos sirvió, al principio, para empezar a tocar en serio sin tener que transmitir esa seriedad a quien te viene a ver, de lo contrario le arma toda una cáscara sacra al evento; realmente nos hincha las pelotas cuando una banda se pone seria”, aseguran los Mostruo!.
“Empezamos desde las cenizas de otras formaciones, como casi todas las bandas de gente que pasa los 30 años… la razón por la que seguimos tocando con la misma intensidad que en esos primeros días es que ya estábamos grandes como para creer en el rock como una cuestión de vida o muerte, lo que hizo que todos los procesos de crecimiento fueran naturales, consensuados y sin mitología”. Por esa seguridad planteada desde los orígenes es que el recorrido de Mostruo! estuvo ligado a la espontaneidad de un grupo de amigos que se junta a tocar sabiendo exactamente lo que quiere lograr. Y lo logra. Regla de 3 simple.
Con un tercer disco en proceso de grabación (anteriormente, editaron “Grosso” y “La nueva gran cosa”, y el EP “Corto”) y a la espera de la emisión del especial de Much Music donde se podrá ver a la banda en acción, los Mostruo! no buscan más que “tocar, producir otro video, comer asados, hacer viajes… en fin, seguir haciendo lo que nos gusta”.
Lo cierto es que la banda liderada por Kubilai (el hijo del ya mítico Alejandro Medina) siempre supo que no quería ser un grupo de rock tradicional; por eso eligió reírse de la postura rocker, regalar pequeños guiños a su público y, claro, jugar. “La ironía nos sirvió, al principio, para empezar a tocar en serio sin tener que transmitir esa seriedad a quien te viene a ver, de lo contrario le arma toda una cáscara sacra al evento; realmente nos hincha las pelotas cuando una banda se pone seria”, aseguran los Mostruo!.
“Empezamos desde las cenizas de otras formaciones, como casi todas las bandas de gente que pasa los 30 años… la razón por la que seguimos tocando con la misma intensidad que en esos primeros días es que ya estábamos grandes como para creer en el rock como una cuestión de vida o muerte, lo que hizo que todos los procesos de crecimiento fueran naturales, consensuados y sin mitología”. Por esa seguridad planteada desde los orígenes es que el recorrido de Mostruo! estuvo ligado a la espontaneidad de un grupo de amigos que se junta a tocar sabiendo exactamente lo que quiere lograr. Y lo logra. Regla de 3 simple.
Con un tercer disco en proceso de grabación (anteriormente, editaron “Grosso” y “La nueva gran cosa”, y el EP “Corto”) y a la espera de la emisión del especial de Much Music donde se podrá ver a la banda en acción, los Mostruo! no buscan más que “tocar, producir otro video, comer asados, hacer viajes… en fin, seguir haciendo lo que nos gusta”.
normA: Esa recurrente y frenética electricidad
“No sabemos hacer pop, que por cierto nos daría mucho más dinero. Esto es lo que sabemos hacer y, al mismo tiempo, la estética punk de la banda se asocia a la idea de que cualquiera puede hacerlo. normA y sus canciones están al alcance de cualquiera que se lo proponga”. Chivas Argüello, el cantante de normA, no duda en despojar a su banda de toda idea que apunte a señalar que con ella descubrieron la pólvora.
Argüello, el vocalista que imprime en sus temas una entonación robótica que ya se convirtió en sello distintivo de su banda, asegura que normA mantiene las ideas libertarias que el movimiento punk bautizó hace ya 40 años: “creemos en la anarquía dentro del sistema y en la lucha desde adentro. La estética surgió de parecernos más a un ser normal, un trabajador, un señor equis antes que a una estrellita de rock. Por eso, el sonido y el pulso de los temas vienen de diferentes vías: el postpunk, lo simple, lo mínimo, ir contra los punteos excesivos y las melodías insoportables de los rockeros pop”.
Consciente de que el punk ya está más que inventado, el cuarteto que se completa con Richard Baldoni, Gualberto de Orta y Pablo Coscarelli, jura que lo suyo es el “rock expresionista”, al que define como “la necesidad de individualizar y, a partir de allí, superarse para utilizar la tecnología como un medio y no como un mensaje, concentrarse en la capacidad humana de cambio, el auto-control y la abolición de las estructuras normativas”. Así, los normA no titubean al asegurar que ellos tomaron forma de banda de rock, pero tendrían que ser “un grupo político de disidencia”.
Atados al viejo precepto de “there is no future”, las canciones de los normA viven en aceleración: “Tiramos todo al asador y que se queme. La velocidad de datos tiene que ver con algo de urgencia, de decir una cosa y ya pasar a otra; hay mucho para decir, hay mucho que pensar, no se puede perder tiempo, hay que aprovechar el momento al máximo”, concluyen.
Luego de “Rock 2 tonos” y “normA”, la banda que ya tiene más de 4 años en su currículum vitae y varios reconocimientos de la prensa, se prepara para lanzar durante el próximo mes un EP que servirá de adelanto a su tercer disco. Después, esa recurrente y frenética electricidad se propondrá conquistar el país e, incluso, Colombia y Uruguay.
Argüello, el vocalista que imprime en sus temas una entonación robótica que ya se convirtió en sello distintivo de su banda, asegura que normA mantiene las ideas libertarias que el movimiento punk bautizó hace ya 40 años: “creemos en la anarquía dentro del sistema y en la lucha desde adentro. La estética surgió de parecernos más a un ser normal, un trabajador, un señor equis antes que a una estrellita de rock. Por eso, el sonido y el pulso de los temas vienen de diferentes vías: el postpunk, lo simple, lo mínimo, ir contra los punteos excesivos y las melodías insoportables de los rockeros pop”.
Consciente de que el punk ya está más que inventado, el cuarteto que se completa con Richard Baldoni, Gualberto de Orta y Pablo Coscarelli, jura que lo suyo es el “rock expresionista”, al que define como “la necesidad de individualizar y, a partir de allí, superarse para utilizar la tecnología como un medio y no como un mensaje, concentrarse en la capacidad humana de cambio, el auto-control y la abolición de las estructuras normativas”. Así, los normA no titubean al asegurar que ellos tomaron forma de banda de rock, pero tendrían que ser “un grupo político de disidencia”.
Atados al viejo precepto de “there is no future”, las canciones de los normA viven en aceleración: “Tiramos todo al asador y que se queme. La velocidad de datos tiene que ver con algo de urgencia, de decir una cosa y ya pasar a otra; hay mucho para decir, hay mucho que pensar, no se puede perder tiempo, hay que aprovechar el momento al máximo”, concluyen.
Luego de “Rock 2 tonos” y “normA”, la banda que ya tiene más de 4 años en su currículum vitae y varios reconocimientos de la prensa, se prepara para lanzar durante el próximo mes un EP que servirá de adelanto a su tercer disco. Después, esa recurrente y frenética electricidad se propondrá conquistar el país e, incluso, Colombia y Uruguay.
Villelisa: En mi cabeza, asociaciones raras
El “rock silvestre” es algo así como la conjunción de los sonidos que se originan en entornos rodeados de naturaleza (por ejemplo, en Villa Elisa) y que resultan en canciones que “salen así como vienen”. Eso es lo que Gustavo Caccavo, la voz cantante de Villelisa, dice cuando se le pregunta por ese género desconocido hasta ahora y que su banda interpreta, para luego añadir que esas canciones “no son sembradas y cuidadas, sino que crecen solas”.
Durante los 4 años de vida de la banda, según Caccavo, el rock silvestre de Villelisa fue creciendo y tomando forma: “el sonido de la banda cambió un poco, ahora las canciones son un tanto más sofisticadas que las primeras por un proceso natural de tocar unos años con esta formación, aunque, en verdad, tratamos de seguir con el concepto de canción inmediata”.
Junto a Sebastián Porro y Racu Pérez, Gustavo logra construir paisajes; contar a partir de situaciones cotidianas y, desde ahí, crear ambientes en los que las flores, los monólogos, la introspección y las descripciones sean recurrentes. Dándole importancia a esas pequeñas impresiones que se generan ante una escena, Caccavo jura que las letras de sus temas no son más que “frases sueltas que tratan de llevarte al momento inicial de la canción a través de imágenes y de sensaciones”.
Aunque se los suela asociar como los herederos de Virus y Peligrosos Gorriones, los Villelisa aseguran que su arte no está atravesado por las influencias ya que buscaron “encontrar la inspiración en cosas que no sean musicales (o, por lo menos, no en bandas), sino en sonidos que provengan de otros lugares más cotidianos”. Sin embargo, reconocen sus orígenes para luego reflexionar un “es genial que digan eso, nos gusta ser una banda platense y seguir con ese sonido”.
Con un demo, que llegó a ser nombrado como uno de los mejores discos de 2006 a pesar de sólo contar con 3 canciones, y un LP como “Frugal”, que levantó polvareda después de merecer críticas más que beneficiosas, los Villelisa no detienen la marcha. Dispuestos a construir canciones en las que las ideas y las imágenes se sucedan como en un buen ejercicio de brainstorming, se preparan para el lanzamiento de su próximo álbum, aquel que promete seguir demostrándole al mundo de qué se trata el “rock silvestre”.
Durante los 4 años de vida de la banda, según Caccavo, el rock silvestre de Villelisa fue creciendo y tomando forma: “el sonido de la banda cambió un poco, ahora las canciones son un tanto más sofisticadas que las primeras por un proceso natural de tocar unos años con esta formación, aunque, en verdad, tratamos de seguir con el concepto de canción inmediata”.
Junto a Sebastián Porro y Racu Pérez, Gustavo logra construir paisajes; contar a partir de situaciones cotidianas y, desde ahí, crear ambientes en los que las flores, los monólogos, la introspección y las descripciones sean recurrentes. Dándole importancia a esas pequeñas impresiones que se generan ante una escena, Caccavo jura que las letras de sus temas no son más que “frases sueltas que tratan de llevarte al momento inicial de la canción a través de imágenes y de sensaciones”.
Aunque se los suela asociar como los herederos de Virus y Peligrosos Gorriones, los Villelisa aseguran que su arte no está atravesado por las influencias ya que buscaron “encontrar la inspiración en cosas que no sean musicales (o, por lo menos, no en bandas), sino en sonidos que provengan de otros lugares más cotidianos”. Sin embargo, reconocen sus orígenes para luego reflexionar un “es genial que digan eso, nos gusta ser una banda platense y seguir con ese sonido”.
Con un demo, que llegó a ser nombrado como uno de los mejores discos de 2006 a pesar de sólo contar con 3 canciones, y un LP como “Frugal”, que levantó polvareda después de merecer críticas más que beneficiosas, los Villelisa no detienen la marcha. Dispuestos a construir canciones en las que las ideas y las imágenes se sucedan como en un buen ejercicio de brainstorming, se preparan para el lanzamiento de su próximo álbum, aquel que promete seguir demostrándole al mundo de qué se trata el “rock silvestre”.
El hombre que diseñó a La Plata según su antojo, llenándola de callecitas casi obsesivamente ordenadas y de medidas perfectamente simétricas, seguramente jamás imaginó que tanta rigurosidad tan bien pensada podría ser quebrantada por 11 personas que, nucleadas en un sello discográfico, se propusieron dinamitar la ciudad. Y pensar éste es sólo el principio de la historia…
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