En el marco del 1º Buenos Aires Experimental, durante la noche del jueves santo, en La Plata, la banda logró dejar absorto al público de la mano de la fusión de sonidos, el uso de utilería que tranquilamente podría ser parte de una película de terror de Rob Zombie y, claro, del carácter histriónico del cantante.
Por Carolina Sánchez Iturbe
Fotografía de The Dark Flack (www.thedarkflack.com)
La Plata, abril 6 (Agencia NAN-2010).- Una luz de sirena ilumina el centro del escenario. Desde ahí, los pies de Leíto, el cantante de Milica, se sacuden a la par del sonido oscuro de Hamacas. Rodeada de elementos que recuerdan a las mejores películas de terror de bajo presupuesto, la banda platense bautiza la noche de jueves santo a los gritos, personificándose, a fuerza de pelucas y máscaras, como esos personajes que sólo pueden habitar en las pesadillas más bizarras (o en las producciones cinematográficas de Rob Zombie).
En Pura Vida, la gente se amontona donde puede. Esquivando pilares, paredes y, claro, cuerpos, intenta hacerse de un hueco desde el cual sea posible mirar absorto el espectáculo de Milica. El único que, quizás, logra presenciar el recital sin perderse ni un mínimo detalle es el mono de peluche que Daniela, la baterista de la banda, acomodó sobre su instrumento. Para todos los demás, sortear las dificultades que proporciona la estructura del bar ya es parte habitual de la experiencia.
Demostrando que todo lo que no tiene de estatura lo compensa ampliamente a fuerza de histrionismo, Leíto saluda a su público, aclara que el primer tema que tocó la banda forma parte de los estrenos de la noche y manifiesta su deseo de que el show sea del agrado de los espectadores, todo para después escupir sin anestesia un “igual, me chupa un huevo lo que piensen”. La puteada no se hace esperar y el cantante se sonríe sin disimular el placer que le genera la respuesta a la provocación. Es que eso es lo que parece buscar Milica, provocar reacciones dispares, nerviosas, en quienes presencien el show, sin dejar lugar a ningún tipo de indiferencia. Y lo logra.
A un costado del escenario, que por pequeño no puede albergarlo, el encargado de las programaciones matiza las melodías, logrando que por momentos sea imposible no pensar en ríos y aves y completando, junto a Juan Cruz, el saxofonista invitado, el carácter experimental de la banda. Es por ese sonido experimental de Milica --que puede oscilar sin complicaciones entre Mars Volta, Spinetta, Queen of the Stone Age, Pez y la música ríoplatense-- que no es casual que el quinteto estrene la primera fecha del Buenos Aires Experimental, el ciclo que se propone expandir la difusión de los artistas dedicados a la búsqueda de composiciones alternativas.
Cuando llega Ascensor, un sonido agudo invade el lugar y las distorsiones de la guitarra por momentos le roban el protagonismo a los acoples, hasta que la batería y el bajo se integran. La canción, entonces, se convierte en un rock digno de ser pogueado como en los viejos tiempos. Sin embargo, las personas que se acercaron hasta Pura Vida permanecen inmóviles, como si sus cuerpos estuviesen siendo parte de un trance que, por avasallante, no permite que los músculos se muevan.
“Hace tanto tiempo ya que estoy viendo este lugar como si fuera un sueño, con el veneno en la mesa”, el cantante entona la primer estrofa de La espera, dando lugar a uno de los mejores momentos de la noche, cuando las aguas se tranquilizan y la adrenalina empieza a bajar para que una canción dé paso a ese tipo de introspección que eriza la piel. Claro que Milica aprovecha la situación y decide cortar en seco el clima, primero explotando a los gritos para después mezclar el sonido con una melodía propia de las cumbias más tradicionales.
Alejados de los disfraces del comienzo, (“hace mucho calor para peluca”), Milica anuncia el final del recital no sin antes dedicarle el último tema a Teresa, la perra de la banda y promocionar los discos de Caracol Rojo, el colectivo de comunicación que agrupa a varios artistas locales --como Rauko, Gran Cuervo, Astrocity, Hongo y El Resplandor de las Luciérnagas, entre otros--. Así, cerca de las 3 de la mañana los músicos bajan del escenario, dejando grabado el recuerdo de un jueves santo en el que películas de terror, música experimental y gritos viscerales hicieron que el público deseara no pestañear durante la hora que duró el recital.
MySpace: http://www.myspace.com/musicamilica
Caracol Rojo: http://caracolrojodiscos.blogspot.com/
www.agencianan.com.ar
Por Carolina Sánchez Iturbe
Fotografía de The Dark Flack (www.thedarkflack.com)
La Plata, abril 6 (Agencia NAN-2010).- Una luz de sirena ilumina el centro del escenario. Desde ahí, los pies de Leíto, el cantante de Milica, se sacuden a la par del sonido oscuro de Hamacas. Rodeada de elementos que recuerdan a las mejores películas de terror de bajo presupuesto, la banda platense bautiza la noche de jueves santo a los gritos, personificándose, a fuerza de pelucas y máscaras, como esos personajes que sólo pueden habitar en las pesadillas más bizarras (o en las producciones cinematográficas de Rob Zombie).
En Pura Vida, la gente se amontona donde puede. Esquivando pilares, paredes y, claro, cuerpos, intenta hacerse de un hueco desde el cual sea posible mirar absorto el espectáculo de Milica. El único que, quizás, logra presenciar el recital sin perderse ni un mínimo detalle es el mono de peluche que Daniela, la baterista de la banda, acomodó sobre su instrumento. Para todos los demás, sortear las dificultades que proporciona la estructura del bar ya es parte habitual de la experiencia.
Demostrando que todo lo que no tiene de estatura lo compensa ampliamente a fuerza de histrionismo, Leíto saluda a su público, aclara que el primer tema que tocó la banda forma parte de los estrenos de la noche y manifiesta su deseo de que el show sea del agrado de los espectadores, todo para después escupir sin anestesia un “igual, me chupa un huevo lo que piensen”. La puteada no se hace esperar y el cantante se sonríe sin disimular el placer que le genera la respuesta a la provocación. Es que eso es lo que parece buscar Milica, provocar reacciones dispares, nerviosas, en quienes presencien el show, sin dejar lugar a ningún tipo de indiferencia. Y lo logra.
A un costado del escenario, que por pequeño no puede albergarlo, el encargado de las programaciones matiza las melodías, logrando que por momentos sea imposible no pensar en ríos y aves y completando, junto a Juan Cruz, el saxofonista invitado, el carácter experimental de la banda. Es por ese sonido experimental de Milica --que puede oscilar sin complicaciones entre Mars Volta, Spinetta, Queen of the Stone Age, Pez y la música ríoplatense-- que no es casual que el quinteto estrene la primera fecha del Buenos Aires Experimental, el ciclo que se propone expandir la difusión de los artistas dedicados a la búsqueda de composiciones alternativas.
Cuando llega Ascensor, un sonido agudo invade el lugar y las distorsiones de la guitarra por momentos le roban el protagonismo a los acoples, hasta que la batería y el bajo se integran. La canción, entonces, se convierte en un rock digno de ser pogueado como en los viejos tiempos. Sin embargo, las personas que se acercaron hasta Pura Vida permanecen inmóviles, como si sus cuerpos estuviesen siendo parte de un trance que, por avasallante, no permite que los músculos se muevan.
“Hace tanto tiempo ya que estoy viendo este lugar como si fuera un sueño, con el veneno en la mesa”, el cantante entona la primer estrofa de La espera, dando lugar a uno de los mejores momentos de la noche, cuando las aguas se tranquilizan y la adrenalina empieza a bajar para que una canción dé paso a ese tipo de introspección que eriza la piel. Claro que Milica aprovecha la situación y decide cortar en seco el clima, primero explotando a los gritos para después mezclar el sonido con una melodía propia de las cumbias más tradicionales.
Alejados de los disfraces del comienzo, (“hace mucho calor para peluca”), Milica anuncia el final del recital no sin antes dedicarle el último tema a Teresa, la perra de la banda y promocionar los discos de Caracol Rojo, el colectivo de comunicación que agrupa a varios artistas locales --como Rauko, Gran Cuervo, Astrocity, Hongo y El Resplandor de las Luciérnagas, entre otros--. Así, cerca de las 3 de la mañana los músicos bajan del escenario, dejando grabado el recuerdo de un jueves santo en el que películas de terror, música experimental y gritos viscerales hicieron que el público deseara no pestañear durante la hora que duró el recital.
MySpace: http://www.myspace.com/musicamilica
Caracol Rojo: http://caracolrojodiscos.blogspot.com/
www.agencianan.com.ar
4 comentarios:
jajaja!
caro: creo que vimos el mismo reci. No lo podria haber contado mejor! :)
Peero! Mejor ni le explico la felicidad que me dio al ver su comentario, García Toro!! Muchas gracias!
Besos :)
Muchas muchas gracias Caroo!
Nos encantan los mimos!!
Un abrazo grande.
Leito.
La verdad es que no merecen menos que mimos... Son alucinantes!
Muchas gracias a ustedes!!! :)
Besos!
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