Por Carolina Sánchez Iturbe
Fotografías gentileza de Bruno Dubner
Buenos Aires, febrero 19 (Agencia NAN-2010).- La sonrisa de Juan Ravioli es perfecta. Mientras su cuerpo solitario ocupa por completo el escenario y sus dedos recorren las cuerdas de la guitarra, esa mueca en su rostro domina la situación y exhibe sin mesura el placer que experimenta. Y contagia. Luego, cuando sus cuatro compañeros de banda lo secundan, se transforma, deja de ser ese chico que, en la más absoluta soledad, mira de frente al público para mostrarle sin tapujos cada partícula de su ser, y se convierte en un muchacho extrovertido que baila y bromea. Pero nunca, nunca, pierde la sonrisa. Ni siquiera cuando, lejos del calor de las luces del escenario y apartado de los instrumentos musicales que armonizan sus palabras, se sienta, encorvado, en una mesa de un bar de Almagro para hablar con Agencia NAN.
Para Ravioli es difícil pensar en su vida separada de la música: de pequeño solía escuchar a su padre cantar. “En general, lo que uno experimenta de chico, queda”, afirma demostrando la seguridad que siente al estar en el lugar indicado. La multinstrumentación, otro de los rasgos característicos del muchacho de rostro juvenil, que puede ejecutar con profesionalismo más de cinco instrumentos, también data de aquellos días, cuando sus padres lo enviaron a estudiar con una profesora que proponía abordar la música desde el juego, descubriéndola. Quizás desde entonces Juan piensa a la música de manera minuciosa. Tiene en cuenta cada detalle y logra que sus composiciones sólo puedan desmenuzarse en una infinita cantidad de partículas que juntas resultan, claro, perfectas. Como su sonrisa.
A pesar de que la producción de cada uno de sus discos es “lenta y ardua”, Ravioli no duda de participar en numerosos proyectos artísticos de sus colegas. Más que eso, de sus amigos. Así, desde hace tiempo toca con Pablo Krantz, Ariel Minimal, Flopa, Franco Salvador y Ulises Conti, entre muchos otros. “Soy un entusiasta: donde me llaman, si me interesa y hago falta, voy”, explica con sencillez. Más allá de esa inquietud constante, sostiene que las uniones se producen de un modo natural y, a la vez, están libradas a la suerte. “Son como una constelación que en ese momento se fusiona en la música, que es un lenguaje, un mundo aparte donde ya no hay palabras”, subraya con convicción. Y luego resume que esas conjunciones se materializan solamente por “una cuestión de piel, de entendimiento y disfrute.”
Aunque por momentos pueda parecer que el azar determina sus encuentros con otros artistas, esas comuniones no están absolutamente atravesadas por la eventualidad sino que Ravioli concuerda con las formas de trabajo y con “lo que dicen” esos hacedores. “Realizan canciones que a mí me gustaría hacer o que, tal vez, yo podría hacer, pero que por alguna razón no hago. Entonces, comparezco en eso; siento lo mismo que ellos”, puntualiza.
Como si su cuerpo fuese el de una hormiga que construye su lugar ocupándose de cada granito de tierra para lograr su cometido, Ravioli se toma todo el tiempo que sea necesario para que sus composiciones sean no perecederas: “Me las ingenio haciendo pocas canciones que me duren”. Ése es uno de los motivos por los cuales sus discos solistas (los dos LP Álbum para la juventud, volumen 1 y Álbum para la juventud, volumen 2 y el simple Noviembre) fueron editados por la cooperativa discográfica Azione Artiginale, sello que fue creado por los músicos de Pez. “Las circunstancias dan para que hoy elija la independencia. En un momento de mi vida, me crié con Pez y Flopa, grupos que me parecen muy sinceros y honestos con su trabajo. Relacionándome con ellos, cuando me tocó sacar un disco, no pensé en llevarlo a EMI, entendí que el camino era ése”, sostiene complacido.
Juan explica que sus dos larga duración, a pesar de parecer estar dedicados a una juventud generalizada, hablan sobre sí mismo, sobre los “problemas iniciáticos” que solía tener de joven y que aún conserva. Luego, la reflexión del hombre orquesta acerca de su futuro artístico llega sin titubeos: “Pienso que voy a estar ligado a una música más sin palabras que con ellas”.
Mientras Ravioli toca en vivo, y demostrando su absoluta carencia de egocentrismos ridículos, el músico no duda en recomendarle al público asistir a un recital de Defórmica, o en distinguir a las bandas que le gustan interpretando sus canciones. En ese sentido, desde hace un tiempo tiene entre manos la posibilidad de hacer un disco de versiones, en el que piensa incluir adaptaciones de temas de Mostruo!, Pequeña Orquesta Reincidentes, Avant Press y Julieta Rimoldi, entre otros. “Son temas que me acompañaron en un momento, que me gustaron, que escuché mucho, que no se tocan más, que conozco yo y un número muy limitado de gente. Entonces, me parece que sería un homenaje a esas canciones y un intento para que vuelvan a escucharse”, resume.
A pesar de sostener, entre risas, estar estresado y necesitar vacaciones, el lánguido cuerpo de Juan parece no poder detenerse. Como si los matices que tanto busca plasmar en su música fuesen los mismos que determinan la intensidad con la que transcurren sus días, no descansa. Ahora espera a que el 26 de febrero se abran las puertas de Casa Brandon y, luego, el 14 de marzo, la Ciudad Cultural Konex lo reciba para que su sonrisa vuelva a adueñarse de la audiencia.
Sitio: http://www.juanravioli.com/
www.agencianan.com.ar
6 comentarios:
CARO TENÉS UN PREMIO ESPERÁNDOTE EN MI BLOG!
UN ABRAZO!
ayyyyy, ya mismo me voy para allá a verlo! :)
Besos!
Caro, en esta oportunidad paso a saludarte por el día de la mujer!
UN ABRAZO!!!
Muchas gracias, Thiada querida!!!!!
Muchísimos besos!
:)
muy hermosa la reseña que escribiste, creo que pinta de cuerpo y alma a este músico tan sensible y humilde, y talentosisimo
Hernán, muchas gracias por tu comentario!
Me alegra haber logrado reflejar un poco de la belleza que proyecta Ravioli.
Abrazos!
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