Con la ayuda de internet, la presencia de un montón de amigos y la influencia irreversible de una familia de “chiflados”, la chica de 25 años se alimentó de un universo de fotografías, películas y músicas dispuestas a modificarla. Con ustedes, Emilia Bianchi, la muchacha de la nueva generación rock, ésa que enfrenta los días a puro desparpajo.
Por Carolina Sánchez Iturbe
Foto de The Dark Flack (www.thedarkflack.com)
Parada contra una pared blanca desde la que, hasta hace un rato, la mirada de un Jim Morrison retratado solía penetrar, Emilia Bianchi juega. Se divierte como pocos, se ríe de sí misma y juega. Vestida con una camisa cuadrillé al mejor estilo grunge noventero, imita los gestos del Ben Stiller que tiempo atrás Terry Richardson fotografió para una nota de Rolling Stone. Y entre risas, demuestra una vez más de qué está hecha la nueva generación del rock. Desparpajo, puro desparpajo.
Aunque los años hayan pasado y los viejos preceptos rockers se hayan aggiornado a los nuevos días, algunas cosas se mantienen inertes al paso del tiempo: despreocupación e irreverencia se entremezclan hoy con millones de bytes de música hecha información. Y Emilia los tiene todos.
Nacida y criada en La Plata por una familia nómade (como suele suceder en la ciudad de los estudiantes), Emilia es la chica de las influencias. “En mi casa están completamente chiflados. Son re particulares. Es gente que se vino a los 18 años en una época re complicada porque, por ejemplo, mi vieja llegó en el ’76. Se bancaron las toscas. Se curtieron en todo eso y consiguieron un cable a tierra, que por ahí era ver películas y leer libros”, asegura con orgullo. Así, mientras sus padres le transmitían la actitud apasionada hacia el cine y la fotografía, un tío le enseñó lo bueno de los sonidos cuando le regaló Otras canciones, el disco de covers de Attaque 77, llevándola “sin querer queriendo” a fanatizarse con la versión de “Canción del adiós” e indagar sobre El otro yo. El trayecto hacia el mundo fluorescente alterno del 2000, “que no es lo mismo que el alterno de hoy”, entonces se presentó directo y sin paradas intermedias.
“En el palo alterno de aquella época, las chicas tocaban el bajo. Yo con corte carré, pollera arriba de los pantalones, remera de alguna banda y colores a pleno, tenía que tocar el bajo, era lo único que me faltaba. Agradecé que no me tatué nada de El otro yo”, dice mientras ríe fuerte, con ese sonido tan de ella, tan Emilia. Y entonces, recuerda los días en los que era parte de la banda de Diego Billordo, a quien le reconoce también buena parte de los conocimientos musicales adquiridos. Sin embargo, el bajo no logró atraparla. Y ahí apareció el mandato familiar, ése que la llevaría directo a una vida de secuencias de imágenes.
“Como mis viejos laburaban, me dejaban en lo de mi abuela. En su casa, ella había puesto cable. Cuando yo tenía 8 años, tener cable era lo más. Me acuerdo que era estar todo el tiempo viendo The Box y MTV. A los separadores de MTV no me los voy a olvidar nunca en la vida, los tengo acá”, explica señalando su frente para pronto completar: “Y ésa es otra de las relaciones que tengo con la música, porque no sólo me atrae la música sino que también me atrae el videoclip y la imagen. Me di cuenta que preferí dedicarme a la música a través de la imagen. Me interesa mucho más hacerlo así, me siento cómoda y me puedo desenvolver en eso. Para esto sirvo”.
La nueva generación rocker creció junto a un mundo virtual en el que internet fue el responsable de facilitar la ramificación hacia sonidos nuevos. Así, Emilia avanzó en el conocimiento de los artistas de su tiempo y de épocas pasadas. Pero la gran red no sólo le sirvió para eso, sino que también fue útil para que ella forjara su primer grupo de amigos rockeros con los que, con una autopista de distancia, solía recorrer la Capital Federal de los fines de semana y reforzar su devoción Babasónica que había nacido varios años antes cuando, a fines de los ’90 y siendo aún una nena, casi de casualidad había asistido a la presentación de Miami. “Ya alguna vez después, conocí gente en La Plata y empecé a salir acá. Esa fue la época de Basquiat, cuando iba a ver a Nerd Kids, que eran amigos míos; los días de La Galería de 5 y 39 donde veía a Eterna Inocencia; o cuando se hacían los Outlet en el Malvinas”, rememora.
También por esos días se afianzó el vínculo que hasta hoy Emilia mantiene con el cine y al que pudo asociar directamente con el rock cuando vio “24 hour party people”: “En ese momento, relacioné directamente lo que fue Manchester con lo que es La Plata. Para mí, Manchester y La Plata tienen mucho que ver. Comparten el estilo de bandas y de ambiente, en el que te hacés conocido pero hasta ahí”.
Pronto llegó la facultad de cine, el FreakShow, el amor por Michel Gondry, la admiración por las bandas sonoras de Wes Anderson y el descubrimiento de Chris Cunningham. Y, entonces, un nuevo grupo de amigos con quienes compartir otra pasión: The Beatles. “Siempre me gustó la música, es algo que de chiquita ya me llamaba mucho la atención. Les preguntaba a mis viejos por los Beatles sin haberlos escuchado directamente, es que me asombraba que haya habido una banda tan importante para la música. En casa, el primer CD que se compró fue Abbey Road, que es mi disco favorito de los Beatles. A partir de ahí, fue leer, aprender y apasionarme más y más. Me encantan las historias que tuvieron entre ellos, la historia entre George Harrison y Eric Clapton, sus delirios místicos, el chiste hacia Ringo, que es el tonto de la banda. Me encantan”.
Ahora Emilia espera sentada en la punta de la mesa del living las próximas aventuras. Tres recitales de artistas internacionales (Primal Scream, Kyuss y Gorilla Biscuits) que completarán la saga de este año, en el que ya LCD Soundsystem, Flaming Lips y Jon Spencer lograron obnubilarla. “Voy a terminar con los ojitos cruzados y adrenalina en todo el cuerpo”, sostiene marcando con los dedos índices el trayecto que seguirán sus ojos en diciembre. Y entonces se ríe, se prepara para jugar a ser Ben Stiller en Rolling Stone y, con el desparpajo del que sólo el rock sabe, vuelve a lanzar su risotada de Emilia para, entrecortada por la carcajada, decir: “Yo solita me mando al muere”.
Más sobre Emilia Bianchi: http://suboescalerasarriba.blogspot.com
De Garage – Agosto de 2011
(siempre es mejor la versión en papel)
1 comentario:
eeeehhh grande emilia!!! un chica con toda la onda!!! :)
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