Podría haberla aplastado, pero entonces no habría historia que contar. Sin necesidad de caer en absurdas destrucciones, la atrapó por un momento, tomó prestada su alma (como un hombre blanco frente a una nativa) y, luego, la dejó huir…
(Fotografía de Daniel Ayala)
1 comentario:
No hay que aplastar la buena suerte, che!
Hey, el MSN anda muy mal. Ayer me apareció un mensaje tuyo de hacía días, sobre los 30 mangos de aquella entrada durante la fiesta. Todo bien, la próxima reunión nanera me los pasas. Lo que sí, las pelis, plis. Agarrate las que quieras ver y pasame el resto, así yo miro las que me faltan tmb =P.
Beso, Cata o Caro.
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