sábado, 30 de abril de 2011

Norberto Barruti, creador del Taller de Teatro de la UNLP: “No hay nada más potente que una situación enamorada”


Casi sin imaginarlo, fundó en mayo de 1986 una sala entrañable y una  suerte de museo del ser nacional que, dice, no es más que “un berretín”. Un cultor del “atorrantismo” para quien los vagos y las lágrimas “son cosa buena” y las historias de pobreza, inmigración y desigualdad constituyen un “gusto argentino”. Un hombre que llevó el conventillo a la Universidad.

Por Carolina Sánchez Iturbe

Sentado en el centro del escenario más grande de la Asociación de Amigos del Taller de Teatro de la UNLP que él mismo fundó, Norberto Barruti mira su trabajo y, con cierta nostalgia, ésa misma nostalgia que le imprime a las obras que dirige, asegura que semejante creación es fruto casi de la casualidad, del deseo juvenil de seguir los pasos de quien luego sería la mujer de su vida. “No hay nada más potente que una situación enamorada”, asegura. Así, lejos de explicarse en propósitos estéticos o política del arte, la suya parece ser una gran historia de amor que, como buena historia de amor, conserva rasgos fantásticos mientras se abraza a ese melodrama que logra conmover incluso al más reticente de los espectadores.
“Nunca tuve la intención de fundar un taller de teatro de la Universidad. Para nada. Lo único que puedo decir es que le puse el cuerpo a las cosas que fueron apareciendo”, sostiene, rodeado de la escenografía de Babilonia, una hora entre criados, el clástico de Armando Discépolo.

Reconstrucción de un amor
Barruti nació para el teatro. Con una tozudez casi increíble, durante los últimos 25 años dedicó cada día a fundar en cimientos yermos una de las salas con mayor actividad en la escena artística local. El proyecto de un chubutense que buscaba ganarse la vida en la ciudad terminó por ser un espacio prestigioso de investigación y producción cultural.
Antes de llegar a La Plata, el camino de Barruti estuvo señalizado por la incertidumbre. De niño, recorrió el sur de la mano del trabajo bancario de su padre. Su madre, más cercana a las inclinaciones artísticas, le montaba un circo donde su gran acto consistía en tirarse desde las alturas. Sin siquiera saber dónde estaría su hogar el siguiente año, el muchacho que soñaba con convertirse en actor terminó por mudarse a la Capital Federal, aunque ese paso concluyó pronto: irremediablemente, se enamoró de quien más tarde sería su esposa y, “en el afán de quedarme con mi novia”, decidió trasladarse a La Plata. Sin dinero, ideó un plan apresurado para solventar gastos. Llevó un currículum a la Universidad local y le propuso a Marcelo Rastelli, por entonces secretario de Extensión, dar clases de actuación. “No era mi intención, porque no tengo una vocación docente si bien lo hago, ni tengo verdadera formación docente; soy una suerte de autodidacta, terminé el sexto grado a duras penas”, recuerda con picardía. Tuvo que pasar una década para que su trabajo fuera remunerado.

Mayo del ‘86
El Taller sentó sus bases en un aula del Colegio Nacional, en 1986. Se anotaron 390 personas. “Había mucha demanda con esta disciplina porque el último antecedente había sido en épocas de Onganía. Entre esos 390, cayó una que alguna vez había hecho expresión corporal, entonces la nombré profesora de expresión corporal; después cayó otro que sabía el método Strauss, y le dije que iba a enseñar la sensorialidad en el teatro. No sé, empecé a inventar para aliviarme y poder dar respuesta”, rememora, risueño.
Las narraciones sobre lo popular argentino suelen compartir la sombra atemorizante de la falta de techo propio, que hace que el protagonista pueda terminar de patitas en la calle. Y la de Barruti es una historia criolla. Sus clases quedaron a la deriva dos veces. Una, por la masividad, pues “para la directora del establecimiento resultaba imposible dar cobertura de seguridad y servicios a tanta gente”. Y otra cuando se tuvo que ir del Colegio y Rastelli le consiguió el Pasaje Dardo Rocha, “que en ese momento no diferenciaba mucho de ser una comisaría. Para entrar o salir te pedían documento. Era un infierno. Los pibes se recontra enojaron y, con mucha razón, echaron a la mierda al director de Cultura y a cuanto funcionario había ahí adentro. Entonces yo no tenía otra más que hacerme aliado de eso y me fui a trabajar a la glorieta de plaza San Martín”, relata desde una cortina de humo hecha a pitadas de cigarrillo.
Pero la calle también puede transformarse también en un espacio de trabajo para evolucionar. Después de un mes, el taller de Barruti obtuvo permiso para trabajar en una construcción de 10 entre 54 y 55, donde aún funciona. “Rastelli me dio la llave de esta casa y me dijo que la estaban por tirar abajo, que me arreglara unos días acá hasta que vieran de otro espacio” -cuenta-. “Cuando abrimos la persiana con otros 30 o 40 muchachos, tuvimos que volver a salir porque las pulgas se nos subían por las piernas. En ese momento supe que nunca más me iba a ir de acá, a no ser que viniera la Gendarmería”.
“Esto estaba destruido y eso era lo mejor que nos podía pasar. Inventamos el proyecto de restaurar la casa. Empezamos a preparar una obra, que era lo que a mí me interesaba, y a poner el sello del lugar. Donde estamos sentados había tres metros de montañas de escombros” -recuerda-. “El sótano tenía agua hasta mi cintura. Entonces hice una suerte de política de toma: acá nos tenemos que quedar a vivir, donde salgamos de acá, no entramos más. Con los más vagos, por supuesto, con los que no estudian, los más atorrantes, los que se fumaban un porrito en el fondo, con ésos fundamos este taller, porque eran los que seguramente me iban a acompañar en una cosa tan utópica; así también evitaban estudiar  y trabajar con alguna excusa” -se ríe-. “Los más vagos para mí son una cosa buena. Cultivo el atorrantismo, como diría Roberto Arlt. Además, nunca tuve el componente ideológico como para decir voy a fundar algo. Ahora sé bien quiénes fundaron esto: no soy yo, son quienes me acompañaron”.
Este primer estreno buscó recordar a Federico García Lorca tras el 50º aniversario de su asesinato (1936), con un espectáculo cargado de pasajes sobre el fascismo y la república. La Asociación -aún sin ese nombre- empezaba el trayecto hacia lo que es hoy: “Un espacio de la comunidad, hecho por la comunidad y para la comunidad, que busca tener presencia en el campo cultural, artístico y político de la ciudad. Por eso, hacemos obras que de algún modo muevan un poco el pensamiento, el sentimiento”.

Sainete, grotesco y melodrama
Bajo una luz amarillenta, un hombre pide a gritos aire. Respirar se convierte en un acto doloroso, en el golpe bajo y directo contra su porteñidad. Ni en un mundo criollo logró evitar sumirse en una marea de hambre y pobreza en que la viveza determinará si el pan de esa noche es para él o para alguno de los inmigrantes que, convertidos en pares, buscan sobrevivir en el submundo de “los de abajo”. Mientras, “los de arriba” se dan un banquete. Babilonia es un retrato del núcleo original de la argentinidad. Y Barruti es reconocido como uno de los directores que manejan con mayor destreza nuestros géneros populares.
“Tal vez me estoy cobrando alguna” -sonríe-. “No me enseñaron teatro nacional. Me formé con Chejov, Miller, Williams y, de casualidad, tomé La fiaca, o Los dos días, de Julián Bisbal, pero no vi los géneros nacionales” -lamenta, aunque esa formación fue clave-. “Cuando terminé el curso con mi maestro, Raúl Serrano, él me mandó a estudiar dirección; es decir, me bochó elegantemente. Y me recomendó a Alberto Mediza, un uruguayo, artista en toda su dimensión: director, docente, músico, escritor, adaptador de grandes clásicos. Con él aprendí la cosa de arte, estudié estética, estilo, análisis de textos, y empecé a dirigir. Y no sé bien cómo fue, porque yo no sabía ni que existían los textos nacionales, pero con una pasión que no puedo describir empecé a estudiar sobre el tema, a revisar sobre todo la época de oro del teatro argentino, que es por allá por el 1905 hasta los ’40, donde están todos los grotescos y los sainetes”.
Con Leonardo Favio descubrió el melodrama. “Todas mis obras tienen al menos un pasaje de melodrama y uno de grotesco. Esa es una cuestión arbitraria, de gustos y empatías” -explica-. “Los tres géneros siempre te sacan alguna lagrimita o alguna sonrisa, los gestos humanos. Van directo, sin prejuicio, al sentimiento de la platea. García Márquez una vez entrevistó a Cañet, el autor cubano de El derecho de nacer, la obra más fantástica y exitosa en la historia del melodrama. Le preguntó a qué se debía el éxito de la obra y el autor respondió: En Latinoamérica la gente necesita llorar. Yo le doy la excusa. Son lágrimas que liberan, que expían culpas. No imagino a un chico norteamericano llorando con un melodrama, pero sí a cualquier latinoamericano. Son 500 años de sometimiento. Esas lágrimas son una cosa buena, como la risa”.
Barruti jura que las historias de pobreza, criados, inmigración y desigualdades constituyen un “gusto argentino”: “A la gente le gusta mucho el sainete, el grotesco y el melodrama porque en lo formal esos géneros conservan los tiempos y las improntas de la cosa argentina, como si te dijera el tango. Entonces, suelo tener relativo éxito con esos géneros. Es una cosa del público, porque aunque sean nuevos los pibes, tienen a su abuelo inmigrante. Imaginate que el mío llegó de 11 años y descalzo a la Argentina y yo ya estoy en la universidad, así que el de él ha sido un proyecto muy exitoso” -reflexiona y ríe antes de redondear-: “Estas obras cuentan los proyectos y el fracaso. El teatro siempre está más cerca de la tragedia porque puede indagar acerca del hombre. La cercanía con la muerte es central. Es que el espacio mismo donde trabajamos es un espacio muerto, si se quiere, que sólo toma vida cuando los cuerpos lo invaden”. 
La Asociación es una suerte de museo del ser rioplatense, donde abundan objetos dignos de anticuarios de San Telmo: “Ése es un berretín. Yo no colecciono nada, pero junto cosas viejas y las pongo ahí para que la gente las vea” -asegura el director-. “Un día colgué junto a ellas un cartelito que decía donación del público; eran macanas, pero el cartelito empezó a dar resultados porque la gente ahora me trae cosas. Eso pone al espectador en un lugar un poco más sensible, más nostálgico. Y sirve para entrar al teatro con una buena predisposición”.
Fuera del teatro nacional, la variedad de autores y la intención de provocar reacciones en el público fueron también elementos distintivos de la Asociación. “Somos un grupo que, para bien y mal, tiene el deseo y la inquietud, en ese momento histórico, político y cultural en La Plata, de abordar tal temática u obra. Yo intento recibir ese sentimiento y buscar el material para dar respuesta. A ese trabajo lo hacemos con unas 12 o 15 personas estables que respiran esa cuestión de qué es necesario hacer hoy. Esto es muy arbitrario también, pero sucede que si aparece una situación donde el teatro se pone como protagonista de los conflictos más generales y responde a las necesidades también más generales, entonces, por supuesto, la calidad casi está asegurada porque hay una comunión, un encuentro con el público. Si no, es onanismo”, define el hombre que dirigió es esa sala producciones como El Proceso, de Kafka; adaptaciones de textos de García Márquez, Alejo Carpentier y Augusto Roa Bastos “que decían del autoritarismo”; y obras “fuertes”, como El dragón de fuego, de Roma Mahieu.
Consciente del papel que tuvo su enamoramiento en esta historia, jura que la dirección teatral tiene mucho que ver con el romance, “porque es un lugar un poco desgraciado el de la autoridad. Hay que poner mucho amor para poder hacerse cargo del rol de director. Uno pide a gritos que lo comprendan” -sostiene-. “Con el teatro ya no tengo remedio”.

(siempre es mejor la versión en papel)

sábado, 23 de abril de 2011

Compilando el underground


Fanzines y videos-arte para ser devorados en FDACMA

Por Carolina Sánchez Iturbe
Dibujo: Gentileza FDACMA
Diseño de la nota en la revista: SANTA

“El fanzine es el espejo de la sociedad underground de cada ciudad en la que es realizado”. El poeta Enzo Campos Córdoba sabe que, aunque los blogs y las redes sociales hayan ganado terreno, el fanzine sigue gozando de un valor estético y narrativo que hace que todavía haya personas imprimiendo revistas que hablan sobre fenómenos culturales,  resistiéndose a condenar a la comunicación a la virtualidad y transformando al objeto en algo preciado.
Así, a fines del año pasado, mientras Enzo navegaba entre publicaciones colgadas en internet, creyó necesario convertirlas en materialidad: “Pensé que sería muy bueno crear una fanzineteca en la cual la interacción con el objeto fuese posible y donde los interesados, además de consultar el material, pudiesen aportar ejemplares de su autoría o colección personal”. Poco después, un artista plástico, Lino Divas, se sumó al plan que Campos Córdoba había emprendido junto a PLAGA Zines, el proyecto editorial que encabeza con Florencia Lico y desde donde difunde por medio de fanzines la obra de artistas visuales y poetas emergentes latinoamericanos, pero doblando la apuesta: ahora no sólo abrirían una fanzineteca, sino que también establecerían un espacio para una videoarteteca. “Me interesó acoplar a la idea de Enzo un lugar que contuviera trabajos audiovisuales contemporáneos recopilados a través de las donaciones de los artistas para generar así un nodo de intercambio por fuera de los circuitos tradicionales y fomentar una disciplina no tan publicitada. Entonces, decidimos armar una propuesta global que abarque a estos dos tipos de materiales, sumando a nuestro equipo de trabajo a Paulina Acuña Zustovich, que es una cantautora de la ciudad”, especifica Lino.
“El fanzine muestra usos, costumbres y es muchas veces caldo de cultivo de nuevas maneras de pensar. Es importante el aporte que da contar con todo este bagaje de cultura en un solo lugar donde el material es consultado por aquellos que no pudieron ni pueden vivir esas experiencias de manera directa. Lo mejor del fanzine es la posibilidad de comunicar discursos alternativos frente a los medios masivos”, explica Enzo, mientras que su compañero jura que el mayor valor del videoarte consiste en “la posibilidad de experimentación y creación de nuevos relatos que otorga el formato”.
 Por su parte, la sede de la Fundación para la Difusión del Arte Contemporáneo en el Mercosur y Alrededores -FDACMA-, que se encuentra en el barrio de Balvanera de la Ciudad de Buenos Aires, se presentó como el mejor lugar para resguardar a los fanzines y los videoarte que los artistas lograran reunir. Es que al constituirse como un espacio destinado a alentar las formas alternativas de circulación de producciones culturales autogestivas y divertidas, sus características encerraban incluso las mismas que un fanzine embandera.
Con un proyecto definido y un lugar físico donde llevarlo a cabo, sólo restaba abrir la convocatoria para llenar las estanterías que hasta entonces estaban vacías. Las redes sociales, en ese momento, se convirtieron en fuente principal de intercambio. Poco a poco, el edificio de FDACMA se pobló de publicaciones capaces de abordar todo tipo de temáticas, aunque las “preferidas” siempre fueron las que rondaban por los terrenos de la producción artística. “La mayoría de los fanzines que recolectamos fueron producidos en los últimos cinco años y provienen de Buenos Aires, de algunas provincias del interior del país y de países limítrofes, mientras que en la videoarteteca, recibimos material de artistas jóvenes de Argentina, Chile y Perú. Pensamos en un futuro tener un alcance global a través de intercambios con otros países americanos y del resto del planeta”, puntualiza Enzo esperanzado. 
“Es interesante el reencuentro con material de décadas pasadas porque demuestra que el fanzine como publicación autogestiva tiene detrás una historia muy rica, tanto en nuestro país como en el mundo”, dice Lino, mientras aclara que, aunque la mayoría del material que resguarda su fanzineteca fue producido en el último lustro, también conserva algunas perlitas de tiempos pasados. Todo para después señalar que es buen signo que aún hoy exista una producción de fanzines lo suficientemente grande: “Es una agradable sorpresa presenciar el resurgimiento y la resignificación constante del formato en nuevas publicaciones”.
Con varios proyectos por delante, como por ejemplo “construir un dispositivo móvil para llegar con hasta festivales del circuito del fanzine”, Lino y Enzo por ahora se ocupan de la conservación de las publicaciones, “que resguardan un inherente carácter efímero”, mientras invitan a la gente a acercarse hasta Balvanera para mirar de cerca a ese espejo de la sociedad underground.

www.fdacma.com.ar

Franceville agenda pocket – Nº 53, abril de 2011
(siempre es mejor la versión en papel)

lunes, 18 de abril de 2011

La esquina más feliz del mundo


El lunes 7 y martes 8 de marzo, Meridiano Vº festejó el regreso del feriado de carnaval. Una incontable cantidad de personas, poblaron las calles de adoquín para demostrar que la alegría no se olvida.

Por Carolina Sánchez Iturbe
Fotos de The Dark Flack (www.thedarkflack.com)

Correr hasta que las piernas no den más. Aunque el aire falte y el cuerpo jure que ya pasaron décadas desde la última vez, es necesario correr, saltar y reír con la misma despreocupación que  la niñez alguna vez regaló. Y disfrutar, disfrutar del agua, del amontonamiento de gente, de los pomos de espuma, de la calle hecha fiesta, a medida que los recuerdos invaden y el cuerpo se destraba tras tanto tiempo.
Aunque el carnaval pueda parecer un festejo casi irrelevante para el curso habitual de cualquier sociedad, ahora, cuando despierta después de 35 años de tortuoso silencio, parece convertirse en un catalizador necesario ante la cotidianidad. Así, varios centenares de personas toman las cuadras que rodean a 17 y 71 y, contrariamente a lo deseado por los militares que en el ’76 prohibieron la celebración, demuestran que jamás lograron olvidar las tradiciones y los rituales de la ocasión, transformándose en vecinos que invaden la vereda para empaparse y rendir culto a la alegría, olvidándose de los peligros que, según algunos medios, las calles encierran y dejando en claro cuánto se extrañaba la sensación de libertad que resguarda la fiesta popular.
El lunes 7 amaneció soleado en la Estación Provincial. En el playón que está justo en frente de la fachada del edificio, un momo sonríe esperando a que el fuego, ese que cura todas las heridas, lo transforme al día siguiente en cenizas. Poco a poco, algunas familias tímidas se acercan hasta esa esquina platense para descubrir si realmente el carnaval sigue vivo. Y entonces, los primeros indicios aparecen: una patota de chicos disfrazados y con sombreros no dudan en arrojar bombuchas desde el primer piso del centro cultural, total en carnaval el enojo no existe, mientras la música latinoamericana puebla la calle. Con el primer chapuzón, llega el contagio y los primeros pomos de espuma artificial que, claro, son adquiridos con la excusa de que así los niños podrán divertirse como los adultos lo habían hecho años atrás. Pero como las pulsiones son irresistibles, pronto los padres de esas criaturas terminan sumándose al entretenimiento y enchastrando de blanco a quien se acerque.
A medida que las horas transcurren, los disfraces empiezan a ser un denominador común y rápidamente dejan de ser potestad de la infancia. No son necesarios demasiados preámbulos para que la cantidad de gente se multiplique segundo tras segundo. Entonces, la esquina parece colapsar y las risas se dejan de contener, mientras una cuadra más allá, las murgas se preparan para celebrar que la alegría por la que pidieron durante años en las marchas carnavaleras, finalmente volvió. Cuando los zurdos, bombos y redoblantes empiezan a avanzar por la calle, las levitas no danzan solas, una cantidad innumerable de personas las rodean, moviéndose a ritmo y escoltándolas hasta el escenario por donde luego pasarán varios artistas.
Cuando cae la noche, la gente se acomoda en el rincón que queda libre alrededor del momo y entonces, con la ropa aún húmeda tras la reinaguración del carnaval, baila como si ésa fuese la primera vez en que cuerpo siente la energía de la música, sacudiéndose como chicos uno junto a otro a cielo abierto. A las tres de la madrugada, finaliza el primer día de fiesta y todos juran en silencio volver a encontrarse la tarde siguiente.

El martes amaneció nublado. La amenaza del festejo trunco pesa con cada gota de la llovizna que cae y, entonces, el clima se transforma en el peor enemigo, ése que sin previo aviso traiciona a quien esperaba algo bueno de él. Sin embargo, a las tres de la tarde el cielo se abre y Facebook se convierte en el punto de encuentro donde decenas de personas festejan que el cielo se haya apiadado y organizan reencontrarse poco después en 17 y 71. La esquina vuelve a poblarse de colores y disfraces, aunque ésta vez la masividad se hace esperar un poco más.
Sin importar cuántos cuerpos sean los que estén correteando por los adoquines, quienes llegan hasta la Estación lo hacen con previsión: uno o dos tarros de espuma acompañan, prometiendo que ésta vez no los agarraran desprevenidos. Pronto la sucesión de corridas, batallas campales a fuerza de agua y sonrisas dirigidas a cuanto desconocido ande suelto se multiplican, demostrando que los primeros días de marzo, cuando renace el feriado de carnaval, no son una mera estratégica económica capaz de beneficiar a los empresarios turísticos, sino un constante reencuentro con la inocencia y la comunión grupal.
Las horas avanzan a gran velocidad, como las tardes de la niñez que parecían transcurrir en sólo segundos. Y otra vez la espuma salpica y nadie se enoja, y las bombuchas empapan y la gente ríe, y las murgas danzan rodeadas de cuerpos que desde cerca las siguen, contagiándose de su festejo y la calle se convierte en pista de baile.
Mientras Se armó la gorda entona canciones desde el escenario que se montó frente al centro cultural, una pareja mira la escena desde una de las ventanas de la estación de trenes. Tomados de la mano, mantienen el silencio por minutos hasta que la nostalgia los invade y, fascinados ante la cantidad de gente que arenga las letras de la murga de estilo uruguayo, empiezan a narrar recuerdos de los carnavales que experimentaron cuando aún eran niños. Entonces, la felicidad brota de la mano de la certeza de que sus hijos también podrán saber que la alegría de correr, saltar y reír con completos desconocidos devenidos en pares, en vecinos, amerita ser festejada durante un feriado.

De Garage – Abril de 2011
(siempre es mejor la versión en papel)

sábado, 16 de abril de 2011

Bomba Texto | Número 1


BOMBA TEXTO
Número 1

15.30hs
Historietas: Mr. Exes
Crónica fotográfica: Babel Orkesta según F.K.Leone
Espacio de instalaciones y proyecciones: La Vecindad del Electro
Crónica en vivo: Agencia NAN
+ Opa Opa se copa y GRATIS hace serigrafía en tu remera!
+ Feria de revistas y discos independientes
+ Pasatiempos
+ Cervezas artesanales de Hermanos & Brothers

18hs
Acústico: Pájaros

Dom 17/4 - 15.30hs
Planta Baja Estación Provincial - 17 y 71

ENTRADA LIBRE Y GRATUITA! NO SE SUSPENDE POR LLUVIA!

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Bomba Texto es el suplemento cultural en 3D que se armó para, el tercer domingo de cada mes, inmiscuirse en el mundo de Feria en la Esquina, la feria de diseño de indumentaria, accesorios y objetos que todos los fines de semana se desarrolla en los bares Imperio y Ciudad Vieja.
Bomba Texto cuenta con numerosas secciones que se reescriben con el paso de la gente por ellas y en las que hay trabajos de historietistas locales; una crónica fotográfica realizada por un artista para cada evento; un espacio de proyecciones e instalaciones, conformado por VJ's y DJ's seleccionados por La Vecindad del Electro; una zona de pasatiempos; un periodista realizando en vivo una crónica del evento; el recital de una banda; una batea de discos de bandas locales; una mesa de publicaciones independientes; y un espacio de clasificados, donde se podrán recorrer los puestos de Feria en La Esquina.

Organizan:
Feria en la esquina / Beat64 / Cronopunk

Colaboran:
La Vecindad del Electro / Hermanos & Brothers / Tres al cubo

http://www.facebook.com/bombatexto

viernes, 15 de abril de 2011

La Expedición, un intento de derribar prejuicios en bicicleta


Entre finales de marzo y principos de abril, un grupo de seis hombres y mujeres se subieron a bicicletas “raras” y viajaron desde la ciudad de Buenos Aires hacia La Plata. El viaje, una gran intervención artíctica colectiva, produjo encuentros y experiencias que superaron la travesía

Por Carolina Sánchez Iturbe
Fotografía de The Dark Flack (www.thedarkflack.com)

La Plata, abril 15 (Agencia NAN - 2011).- “La expedición no es ni siquiera una llave todavía, es como el molde de una llave: hay que hacer la llave, luego hay que ir encontrando las cerraduras e ir abriendo puertas”. No hace demasiado tiempo que Roger Colom se bajó de la bicicleta que viene acompañándolo en esa aventura que terminó hace unos días, pero cuyo efecto recién comienza: un recorrido sobre dos ruedas intervenidas artísticamente, que cubrió la distancia entre la ciudad de Buenos Aires y La Plata. A su lado, Leonello Zambón, Miguel Sendón, Zina Katz y los chicos de los colectivos LULI y La Grieta estiran las piernas en una de las últimas paradas del viaje en el que acompañaron a Colom desde el miércoles 30 de marzo. Y se preparan para contársela a Agencia NAN
La Expedición empezó mucho antes de aquel miércoles en que se marcó la línea de largada y seis personas emprendieron un recorrido en bicicleta que iría desde la ciudad de Buenos Aires hacia La Plata. En realidad, la movida fue planteada como algo más que una simple bicicleteada a través de 52 kilómetros. La aventura fue concebida como una obra de arte colectiva, capaz de modificarse y transformarse no sólo con cada movimiento de quienes pedalearían, sino también a la par de los artistas y colectivos que recibirían a los expedicionarios en cada una de las trece paradas intermedias que se estipularon antes de la partida. Estuvieron en la casa de María Tapia, en Sarandí; en la Universidad de Quilmes y en la casa de Tito Ingenieri, en la rivera de esa localidad bonaerense. Vieron los trabajos de Jaquelina Abraham en Museo del Golf y la escuela del vidrio, en Berazategui, y continuaron por la casa de Miguel Sendón, en Hudson. Pisaron el parque Pereyra Iraola y el taller de Tormenta, en City Bell. En el puente de la estación de trenes de Tolosa, La Fabriquera preparó una intervención. Luego, siguieron por el Galpón de Tolosa, la FLIA, el CC Islas Malvinas y el Galpón de La Grieta, en La Plata. En rigor, la idea se pergeñó a fines del año pasado: 
Roger Colom: --Todo empezó una noche en la que Leo estaba borracho… 
Leonello Zambón: --Y vos también… 
R.C: --Estábamos quejándonos de algo, no me acuerdo. Creo que hablábamos de las anotaciones que tomaba en el tren en camino a La Plata, de los vendedores y eso… 
L.Z: --Yo tenía algunas bicis ya armadas. Una, en realidad, que era un módulo que ahora estamos transportando y que es una especie de cabina medio mutante para un DJ, para armar una barra, o para lo que sea. Es súper pesada, pensada para hacer distancias muy cortas, nunca testeada mucho. 
R.C: --Así, esa noche, dijimos ¿por qué no hacemos un viaje? Surgió La Plata porque yo estaba viniendo regularmente (es español), estaba conociendo gente de aquí y estaba viendo que hay movidas que, por ejemplo, no se dan en Buenos Aires. En La Plata, el trabajo colectivo, el trabajo entre artistas, el microclima o el sistema ecológico de La Plata permite más el desarrollo del trabajo artístico y del pensamiento colectivo. 

Aquella charla entre dos amigos se extendió, reuniendo nuevos adeptos y convirtiéndose en un proyecto ineludible. De ese modo, Zina Katz se ofreció a construir un toldo que, a lo largo del viaje, serviría para cubrirse de la intemperie, reunirse con los demás expedicionarios y charlar. “El toldo se hizo con retazos de cincuenta por cincuenta y fue confeccionado por 25 artistas textiles de todo el país, a quienes Zina contactó y organizó”, resume Zambón. Luego, se incorporaron los chicos del colectivo LULI y de La Grieta, y con ellos llegaron nuevas ideas desarrolladas sobre dos ruedas: una bici-baño químico que realizó todo el recorrido y que ahora fue donada “a la movida cultural y militante platense, que muchas veces hace actividades como la FLIA y necesita baños químicos y no tiene”. 
El colectivo LULI se unió a La Expedición tiempo después de la noche en la cual Leo y Roger pensaron el proyecto. Daniel Badenes, quien no sólo es miembro de LULI, sino que también integra el colectivo de La Grieta, explicó que La Expedición se nutrió de heterogeneidades e, incluso, de objetivos diferentes: “Este es un grupo que se formó en torno a una idea y que hasta el último día no sabía exactamente quiénes lo integraban. Cuando nosotros recibimos la propuesta de Roger, la idea era que LULI estuviera en una de las paradas intermedias proponiendo algo pero a nosotros, en nuestras subjetividades, nos interesó involucrarnos decididamente y hacer La Expedición porque entendíamos que el recorrido que íbamos a hacer no sería el mismo que el de Roger, el de Leo o el de Zina. Nosotros somos de La Plata. En ese sentido, nuestra participación en algún punto es el viaje de vuelta a casa, nuestra primera expedición fue a Buenos Aires y la gran incógnita era saber qué había en las paradas intermedias porque el platense viaja a Buenos Aires, las ve por la ventanilla del tren, pero casi nunca llega a conocerlas”.
“La idea de la expedición es no sólo el viaje a La Plata, sino también el encuentro con esos otros grupos artísticos o colectivos culturales que tienen propuestas en las paradas intermedias”, dice Badenes y pronto explica como el recorrido mismo ha logrado sorprenderlos y transformarlos. Así, en cada descanso, la gente graffiteó, stencileó y estampó las paredes blancas de la bici baño de LULI, cambiando la estética con la que había sido concebida, mientras que la cabina de Zambón dejó de ser una obra construida por un único artista debido a que fue necesario volver a soldar algunas partes y refaccionar otras utilizando para ello, por ejemplo, los materiales y las manos de Tito Ingenieri. 
El viaje dejó sus huellas en el camino, pero también persiste en una sucesión de registros con forma de crónicas periodísticas y dibujos que se cuelgan diariamente en el blog de La Expedición (http://artexpedicionario.blogspot.com) y en la reproducción de relatos propios y ajenos expresados en 140 caracteres por medio de Twitter. 
El camino recorrido, en tanto, significó una profunda exploración que se dio, en principio, en dos sentidos. Por un lado, los encuentros reales con los artistas y los pobladores que esperaban pacientes la llegada de La Expedición en cada una de las paradas; por otro, el establecimiento de vínculos entre los expedicionarios a partir de la experiencia. “En ese interrogante por las paradas intermedias, notamos que estaba la idea del prejuicio. Es decir, aquellos destinos que hasta entonces sólo conocíamos a través de la ventanilla, estaban empapados de muchos imaginarios y preconceptos que estábamos dispuestos a revisar y derribar. Nosotros entendemos que esto es una intervención artística pero también una expedición antropológica en el sentido más humano del término, de conocer al otro, de encontrarse con el otro”, sintetiza Badenes, que luego explica que el trabajo antropológico terminó superando a esos “otros” que daban la bienvenida, para instalarse en el interior de los expedicionarios. “Probablemente, los diálogos más enriquecedores que se dieron en estos cinco días fueron al interior del propio grupo”, sostiene. 
Dispuesto a desterrar que la cultura está cercada por los límites de la General Paz, Roger Colom jura que la decisión de realizar una intervención artística que saliera de la Ciudad Autónoma, no fue algo casual: “Una cosa que me llamó mucho la atención antes del viaje fue que, fuera de la Capital Federal, esta movida suscitaba un montón de entusiasmo, pero allí, ninguno. Y un día, caminando con Leo, me di cuenta que el primer gran proyecto en el que me involucro en Argentina desde que llegué de España, implicó un irse: El primer gran proyecto que hago en Buenos Aires, implicó abandonarla”. 
Sentados en algún sitio cercano al fin de su viaje, el grupo de expedicionarios jura que aunque sean pocas las horas que faltan para llegar al Galpón de la Grieta y terminar, así, el recorrido, a La Expedición le falta un largo tramo para darse por concluida. “Hace falta digerir mucho la experiencia, que es descubrimiento y auto descubrimiento: al mismo tiempo que aprendés como llevar la bicicleta, aprendes cosas de vos. Por ejemplo, pude confirmar que mi sentido del equilibrio no es ideal”, dice Colom entre risas para luego resumir los planes que tiene para los próximos meses: “Ahora habrá bastante trabajo. Habrá una muestra en el Museo de la Memoria de La Plata y en junio haremos una muestra de resultados, pero para eso será necesario procesar cosas”. Les queda, por ejemplo, el pensar y buscar la manera de organizarse para que La Expedición tenga alguna validez, alguna resonancia en otra gente; que la puedan ver una vez finalizada. También quedan cuestiones individuales: cada uno tiene que lidiar con sus penas y sus glorias. “Es que nosotros no somos un grupo, somos amigos que hacemos cosas juntos. A veces vamos a la autopista y tiramos piedras a los coches que pasan”, concluye. 

Blog: http://artexpedicionario.blogspot.com

Agencia NAN (www.agencianan.com.ar)

sábado, 9 de abril de 2011

Pura vida al rock


Diego Cabana, el dueño del bar que se instaló frente a la plazoleta de La Noche de los Lápices, jura que en la cultura local su rockería es tan sólo un engranaje más, que funciona a tracción de sangre y se alimenta de la fascinación que los sonidos de la ciudad provocaron en él: “El 100% de la música que escucho es de acá”.

Por Carolina Sánchez Iturbe
Fotos de The Dark Flack (www.thedarkflack.com)


De pie detrás de la barra de su bar, Diego Cabana mira su obra. Durante los últimos 3 años, Pura Vida, el lugar que fundó a principios de 2008 gracias a la colaboración de los amigos, se transformó en uno de esos templos capaces de transpirar rock. “Nosotros no buscábamos eso. Pura Vida es una circunstancia dentro de la movida que hay, somos parte del engranaje”, dice para luego jurar que la única gran vedette en la ciudad es la cultura con todas sus variantes.
Diego llegó a la ciudad hace algo más de 10 años. Antes de eso, en Lobería, su ciudad natal, él ya tenía un boliche que intentaba funcionar como rockería, aunque las limitaciones de un pueblo en el que no prevalecía el rock le hacían la tarea más complicada: “No me iba muy bien, así que dejé todo y me vine para acá. En los pueblos hay menos bandas, no hay tanto rock. Cuando llegué, empecé a estudiar periodismo y después me metí a trabajar en Flamingo como DJ”. Flamingo, el bar que estaba ubicado en la misma casa donde actualmente se erige Pura Vida, fue un lugar determinante para Cabana. Ahí terminó de acercarse al rock platense, forjó varias de las relaciones de amistad con los músicos locales que aún hoy mantiene y de las que se retroalimenta el local de diagonal 78 y empezó a soñar con tener su propio bar donde pudieran tocar esas bandas a las que poco a poco se acercaba. “Dentro de la música que se tenía que pasar en Flamingo, que era rock pero comercial, intentaba meter a las bandas de acá. Así, fui conociendo gente”, describe.
Aunque Diego jure que no existe una banda que haya marcado todo su “pensamiento musical”, sin lugar a dudas, La Plata lo encantó a tal punto que hoy por hoy reconoce casi no escuchar sonidos que se produzcan en otros puntos geográficos, dándole un lugar preferencial al rock que nace en la ciudad: “El 100% de la música que escucho es de acá”. Regla en la que la única excepción es John Lennon, el hombre que logró cautivarlo. “Lo que pasa es que Lennon me atrapa por la música, pero sobre todo me gusta por su lucha. A veces hay artistas que no me gustan en lo musical, pero me atraen por su discurso, su militancia”, dice para luego señalar sonriente que realmente lo marca es lo que escucha en cada momento.
A pesar de estar rodeado de músicos, Diego jamás ejecutó un instrumento: “No puedo ni mover las manos. Por eso, cuando era adolescente, mis amigos ensayaban en casa y yo los ayudaba a armar los recitales”. Ahora en La Plata, las bandas ya no ensayan en su casa, pero siguen eligiendo ese segundo hogar que creó frente a la plazoleta de La Noche de los Lápices para tocar, aunque Cabana asegure que su lugar no logra albergar a más del 40% de las bandas de una ciudad que está constantemente en movimiento, tanto que es “imposible conocerlas a todas”.
Que ésta es una ciudad en constante movimiento, no está en duda. Diego lo sabe y por eso no titubea al formular que “el rock es la no definición, cambia con el tiempo”, para luego ejemplificar como en Pura Vida pudieron notar esas transformaciones de los sonidos y su público durante los últimos tres veranos: “Nosotros siempre estamos abiertos todos los eneros y ahí es cuando se escuchan las cosas nuevas porque no quedan muchas bandas en la ciudad, entonces eso te muestra un poco cómo va ser el resto del año. Así, por ejemplo, creo que este año va a ser de canciones de amor”.
“El rock va en cómo cada uno lo quiera vivir. Un recital puede estar bueno con 500 personas o puede estar bueno con 10 personas. Acá, a veces hay esa excitación plena de noches tremendas, y hay veces que a las 11 de la noche uno se emociona con cantautores haciéndole un homenaje a Míster América”, sostiene Diego, quien pronto explica que, a pesar de que en el transcurso de sus días la música tiene un lugar preponderante, aún hoy el rock logra conmoverlo de la mano de los seres que, con sus instrumentos musicales, visten a cada una de sus jornadas y a quienes prefiere no individualizar, por un lado porque la cultura es algo colectivo y, por el otro, porque desea que “en ese anonimato de nombres y apellidos, se sienta incluido el que se tenga que sentir incluido”.
De pie detrás de la barra de su bar, Diego Cabana sigue siendo el mismo chico que vivió alguna vez en un pueblo a 40 kilómetros de Necochea, aunque con un propósito cumplido, el de crear un espacio para la música en el que reine la camaradería y “tiren todos para el mismo lado”, donde quienes trabajen y las bandas que toquen sean gente amiga y todo vuelva a ser tan cercano como lo era en Lobería. Ahora sólo resta alcanzar un sueño más: fundar una radio que transmita el espíritu de su bar y logre difundir “ya no al 40% de las bandas locales, si no al 70”. Entonces sí, el rock platense tendrá pura vida.

De Garage – Abril de 2011
(siempre es mejor la versión en papel)

lunes, 4 de abril de 2011

Agite 2.0! Y si nos vemos ahí?


AGITE 2.0
Beat64 y Cronopunk salen al barrio a mostrar sus webs

bandas en vivo: MONOAURAL + ARGONAUTICKS
proyecciones: LA VECINDAD DEL ELECTRO
muestra fotográfica: ¡STOP COMUNICACIÓN!
Musicalización: LEO GONZÁLEZ HUESO
+ sorteos!
+ TRAÉ TU REMERA Y OPA OPA TE LA ESTAMPA GRATIS!

Jueves 7 de abril, 22hs. (puntual!)
CC Estación Provincial // 17 y 71
La Plata

Beat64 y Cronopunk se juntan para celebrar. Así, el próximo jueves 7 de abril en CC Estación Provincial, el estudio de diseño gráfico y la agencia de prensa, comunicación y generación de contenidos se encontrarán con amigos y brindarán una noche amena. Tocarán Monoaural y Argonauticks y se presentará la muestra fotográfica colectiva ¡Stop Comunicación!. Por su parte, La Vecindad del Electro ambientará el lugar con sus visuales, mientras que Leo González Hueso acompañará al ritmo de la música que seleccionará especialmente para la ocasión. Además, Opa Opa serigrafiará GRATIS remeras en vivo y se podrá consumir las cervezas de Hermanos & Brothers. Celebración del trabajo conjunto y movimiento continuo.

Sobre ¡Stop Comunicación!
¡Stop Comunicación! es la muestra fotográfica colectiva y digital que Cronopunk organizó y alojó en su página web. Con una convocatoria que aún se encuentra abierta, el equipo de comunicación buscó imágenes que respondan a una única consigna: que se trate de  una imagen que mire, que diga, que cuente, que piense, que refleje; logrando armar una galería heterogénea, poblada de las historias personales de los artistas. Ésta será la primera vez que la muestra trascenderá la virtualidad, siendo presentada en un evento. Muestran en ¡Stop Comunicación!: Matías Prieto / Julia SbrillerPaloma Ferron / Mercedes Pity Ariza / María Eugenia Blanco / Angélica Menduiña / Nico B. Mansilla / María Jimena Rodríguez / Maxi Reptilia / Cecilia Díaz / Agustina Amar / Mery Phi / Marcos López / Matías Calderón / Julieta Mateos / Guillermina Ve / Estefanía Santiago / Federico Sager / Agustina García Orsi / Daniela Camezzana / Nicolás Freda / Pablo Squilarri / Jirí Alvriv / Gilda Selis / CATAR / Felix Mansilla / Ricardo L. Cieri / Josefina Hernalz / Gisel Andrade / Calixardui / María Alejandra Arce / Eduardo Sánchez Iturbe / Yezabel Candioti / ojo-en-blanco / F.K.Leone / Luciana Rivas / Ángeles Bisbal / Cata Moncal / Beta Fotos / Victoria Siri VICbAng! / Jorge Vimercati / Emilia Bianchi.

www.beat64.com
www.cronopunk.com
www.myspace.com/monoauralmusica
http://argonauticks.blogspot.com
www.vecindaddelelectro.com
www.myspace.com/leohueso
www.remerasopaopa.com.ar

Y sí seguís explorando? (si total, no nos vamos a dormir...)

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