Desbaratan Banda se presentó en el Centro de Cultura y Comunicación de La Plata. Durante dos horas, trasladó al público a las costas jamaiquinas. Un viaje que se emprendió con versiones de Skatalites y Lynn Taitt & The Comets y con melodías compuestas por estos músicos de Berisso.
Por Carolina Sánchez Iturbe
Saltar, bailar y ser feliz. Esas son las consignas que priman cuando, el sábado 28 de febrero, Desbaratan Banda se presenta en el Centro de Cultura y Comunicación de La Plata, una casa antigua y refaccionada por un grupo cultural que no sólo hay arabescos de colores en las paredes húmedas, sino que también hay un estudio de radio y un pequeño bar.
Aunque el show estaba anunciado para las 11 de la noche, como ya es costumbre en la escena local, el recital se realiza más tarde. A esa hora, recién se empiezan a acomodar los instrumentos en el rincón de una habitación que hará de escenario. La prueba de sonido implica casi sesenta minutos de retraso, pero nadie se queja. El calor húmedo que anuncia la cercanía de la lluvia, se apodera de la ciudad y la gente prefiere sentarse en la vereda oscura de calle 42 a reencontrarse con viejos amigos y esperar.
La paciencia tiene su recompensa. Desbaratan Banda inicia el espectáculo con una enérgica versión de “Storm Warning” de Lynn Taitt & The Comets. A partir de entonces, nadie se detiene. Los cuatro vientos de esta banda de Berisso de nombre más que efectivo, se apoderan de las 50 piernas y caderas que asistieron al show y las obligan a sacudirse, dejando que rueden por el piso de madera todas las preocupaciones que puedan existir.
Aunque el show estaba anunciado para las 11 de la noche, como ya es costumbre en la escena local, el recital se realiza más tarde. A esa hora, recién se empiezan a acomodar los instrumentos en el rincón de una habitación que hará de escenario. La prueba de sonido implica casi sesenta minutos de retraso, pero nadie se queja. El calor húmedo que anuncia la cercanía de la lluvia, se apodera de la ciudad y la gente prefiere sentarse en la vereda oscura de calle 42 a reencontrarse con viejos amigos y esperar.
La paciencia tiene su recompensa. Desbaratan Banda inicia el espectáculo con una enérgica versión de “Storm Warning” de Lynn Taitt & The Comets. A partir de entonces, nadie se detiene. Los cuatro vientos de esta banda de Berisso de nombre más que efectivo, se apoderan de las 50 piernas y caderas que asistieron al show y las obligan a sacudirse, dejando que rueden por el piso de madera todas las preocupaciones que puedan existir.
Un pequeño entretiempo, promediando la mitad del recital, permite que los músicos y los espectadores/bailarines descansen. Todos intentan apaciguar el efecto del clima tropical jamaiquino en sus cuerpos con una cerveza que, aunque se vende fría, se calienta demasiado rápido.
Después, el show se reinicia con la melodía de “Tan Skabroso”, que invita otra vez a bailar sin timidez en ese cuarto a prueba de claustrofóbicos. Desbaratan Banda casi no deja lugar al silencio y los aplausos tapan las primeras notas de cada canción.
Cuando Desbaratan anuncia que está llegando el final del recital, la gente ya está en trance. Los gritos de aliento retumban en las paredes y obligan a la banda a interpretar un cover de Skatalites como bis. La sangre sigue hirviendo, y mientras un chico del público levanta los brazos al cielo y sacude la cabeza con los ojos cerrados, llega la segunda canción de ese tiempo prolongado.
“Nos quedamos sin temas, no podemos tocar más”, se excusa Manuel Santa María, el guitarrista líder de la banda. Pero el público no da tregua y pide improvisación. Desbaratan cumple y la gente festeja, bailando en el lugar con los brazos, las piernas y el cuerpo entero.
Después, el show se reinicia con la melodía de “Tan Skabroso”, que invita otra vez a bailar sin timidez en ese cuarto a prueba de claustrofóbicos. Desbaratan Banda casi no deja lugar al silencio y los aplausos tapan las primeras notas de cada canción.
Cuando Desbaratan anuncia que está llegando el final del recital, la gente ya está en trance. Los gritos de aliento retumban en las paredes y obligan a la banda a interpretar un cover de Skatalites como bis. La sangre sigue hirviendo, y mientras un chico del público levanta los brazos al cielo y sacude la cabeza con los ojos cerrados, llega la segunda canción de ese tiempo prolongado.
“Nos quedamos sin temas, no podemos tocar más”, se excusa Manuel Santa María, el guitarrista líder de la banda. Pero el público no da tregua y pide improvisación. Desbaratan cumple y la gente festeja, bailando en el lugar con los brazos, las piernas y el cuerpo entero.
Dos horas después del inicio del recital, los seis músicos de Desbaratan Banda se despiden, caminan entre su público que los aplaude como si se trataran de una leyenda y, con la ropa humedecida de transpiración, abandonan ese cuarto en el que pareció haber un incendio. La gente se retira despacio, como olvidándose de algo, y otra vez se apropia de la vereda, pero ahora lo hace para esperar el día en que regrese la fiesta.
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