miércoles, 23 de enero de 2013

Y seré la misma, pero he viajado / parte 2 (*)


El 2012 fue distinto. Completamente distinto.
Un casamiento. Nuestro casamiento.
El universo de la organización del "sí, acepto" es enorme y, por momentos, increíblemente absurdo. Mejor decidir no enloquecer, no dejarse arrastrar por la correntada de flores, manteles y rituales impensados que algunos juran ineludibles.
Casarse es otra cosa. Casarse es elegirlo, es elegirme con él y sus besos, y sus brazos y sus sonrisas continuas.
Un tobogán de emociones. Una tras otra.
Amigos que no esconden su alegría, que están ahí, abrazando como siempre.
Un padre, mi padre, hace honor a la costumbre exhibiendo la inmensidad de su alma que abraza, aunque para ello no utilice sus extremidades. Acompaña, se emociona y vuelve a acompañar.
El día pasa rápido. Estamos felices. Seguimos felices.
Un impasse y una luna de miel. Nuevos olores, colores y suelos son recorridos. Todo es novedad y no hay mejor plan que sentarse a su lado a mirar.
El 2012 fue distinto. No hubo palabras suficientes y, en esos casos, siempre es mejor el silencio. Por lo menos, hasta que las palabras sirvan de nuevo.
Otra vez, estoy desnuda y no puedo imaginar un mejor final. Tampoco un mejor principio.
 

(*) parte de “SeresTar” de Monoaural.


lunes, 6 de agosto de 2012

El año de los 366 días creativos


La excusa fue perfecta. Maite Doeswijk decidió aprovechar que el 2012 traía 24 horas para emprender una iniciativa en la que no pasara ni un mes sin producir. Desde distintas disciplinas el grupo trabaja un concepto mensual con distintas herramientas e interpretaciones para lograr en diciembre una única gran obra.

Por Caro Sánchez Iturbe
Fotos de The Dark Flack (www.thedarkflack.com)

Cuando el 2011 estaba cerca de anunciar su final, Maite Doeswijk, artista plástica, periodista y música de La Plata, decidió que ésta vez no le pasaría lo mismo de siempre. Aprovechando que el año nuevo traía en su calendario 24 horas de regalo, además de alguna que otra profecía apocalíptica, se juró que ésta sería la oportunidad para cumplir con la promesa de aprovechar los meses del verano e iniciar un trabajo artístico que, finalmente, la mantuviera productiva los 366 días por venir.
“Estaba volviendo en micro desde Gualeguaychú a La Plata y, en el viaje, se me ocurrió armar un proyecto porque cada vez que arranca un año me dan ganas de aprovechar los meses muertos, que son enero y febrero, para producir más cosas. Primero pensé en hacer una obra por día, individualmente. Pero después, me pareció mejor ampliarlo a más gente y empecé a charlarlo con amigos artistas. Al principio, pensamos hacer un laburo que dure todo el 2012 y en el que cada artista hiciera una obra por día, pero después nos dimos cuenta de que nos habíamos cebado, era demasiado”, dice Maite intentando explicar cómo fue que craneó el nacimiento de Proyecto Bisiesto, el grupo multidisciplinario que hoy coordina.
Las nuevas tecnologías traducidas en redes sociales y blogs fueron una de las grandes herramientas que Doeswijk utilizó para lograr poner en funcionamiento el proyecto que estaba gestando. Así, a través de Facebook, a principios de 2012 abrió una convocatoria para conformar el primer conjunto de artistas que, durante tres meses, realizaría trabajos. Poco tiempo después, once personas provenientes de diversas disciplinas comenzaron su recorrido por el enero del año bisiesto de Maite y produjeron las primeras piezas del calendario-obra. Pero la convocatoria no se cerró entonces. Es que una de las propuestas de Proyecto Bisiesto es que el grupo sea un espacio dinámico de donde la gente pueda entrar y salir al inicio de cada trimestre.
Lo que diferencia a este espacio de otros grupos artísticos es que, si bien cada uno de los integrantes realiza individualmente un trabajo por mes, todas estas propuestas responden a una idea que Doeswijk postula: “Yo les tiro a los artistas disparadores para cada mes y cada uno desde su disciplina, en su casa y con lo que tiene a mano, va trabajándolo individualmente hasta concluir en una obra. Cada uno interpreta el concepto que se plantea como quiere y como mejor le parece, pero el resultado es un montón de interpretaciones acerca de un único concepto, que se traduce en laburos atravesados por un color que unifica”. Así, durante el primer mes del año, los artistas realizaron trabajos sobre el ocio y utilizando el color amarillo; en febrero, le tocó el turno al año bisiesto y al naranja; mientras que en marzo, las producciones se desarrollan en torno al rojo y a la rutina.
Otro de los rasgos característicos del proyecto de Doeswijk es que la propuesta no sólo incluye el entrecruzamiento de interpretaciones respecto de un mismo concepto, sino que además todo el proceso de elaboración de las obras artísticas es compartido. En el blog de Proyecto Bisiesto (http://www.artebisiesto.blogspot.com/) pueden verse los bocetos de los trabajos y, así, artistas y espectadores dan apreciaciones sobre el rumbo que está tomando cada pieza. “Todos vamos mirando el trabajo del otro y opinando, sin por eso ir en contra de la libertad de hacer, claro. Pero está bueno porque en el encuentro con el otro cambia la perspectiva sobre lo que uno realiza”.
Convencida de que el entrecruzamiento de miradas es un espacio de suma riqueza, Maite planea sacar pronto a Proyecto Bisiesto de la virtualidad. De ese modo, espera realizar en abril la primera exposición colectiva del grupo, donde será posible ver los trabajos que cada artista realizó durante el primer trimestre y juntar energías para iniciar el segundo tramo del año. Luego, en diciembre, finalmente el grupo llegará a su gran cometido: un calendario-obra de arte que, compuesto por varias “mini-obras”, demuestre que éste fue un año en el que los 366 días fueron utilizados creativamente.

*actualmente, Proyecto Bisiesto se prepara para su segunda muestra. La misma inaugurará el sábado 11 de agosto a las 17 horas en Galería Vincent, Calle Cantilo y 17, City Bell. La muestra podrá ser visitada hasta el sábado 25 de agosto.

Blog: http://www.artebisiesto.blogspot.com/

NaN – Año 2, Nº 6, Marzo-Abril 2012
(siempre es mejor la versión en papel) 

lunes, 16 de julio de 2012

Teatro para el living de una casa


Juan Manuel Mannarino, el creador del ciclo Teatro Íntimo, que todos los meses se realiza en espacios no convencionales de La Plata, explica cuál es el encanto de esta modalidad de trabajo y, de paso, define mecanismos para que hogares vuelvan a ser un lugar abierto al encuentro.

Por Caro Sánchez Iturbe
Fotografía gentileza de Diego Chapay

La Plata, julio 13 (Agencia NAN-2012).- Todos los meses, alguna casa de La Plata cambia. Haciéndole frente a la privacidad (cada vez más privada) que los días de la inseguridad televisada imponen, una casa cambia una vez por mes. Las puertas se abren a perfectos intrusos dispuestos a tomarla y, en contra de cualquier pesadilla cortazariana, la llave nunca termina siendo tirada por una alcantarilla. Los desconocidos planean escenas, las montan sobre las habitaciones, baños y patios y, valiéndose de los olores y las características cotidianas de cualquier hogar, dan rienda suelta a una serie de narraciones teatrales de las que actores, directores y espectadores forman parte. Una nueva edición del ciclo Teatro Íntimo está en marcha y la casa, entonces, celebra volver a ser espacio de reunión.
A vuelo de pájaro, Teatro Íntimo es un ciclo teatral que se lleva a cabo en espacios no convencionales, preferentemente en casas prestadas, de la capital de la provincia de Buenos Aires. Comandado por Juan Manuel Mannarino, un periodista, docente, actor y director interesado en abrir espacios de producción y reflexión en torno al lenguaje teatral,  Teatro Íntimo está en marcha desde diciembre de 2011 y ya tiene nueve ediciones (y la participación de más de 30 artistas) en su haber.
La idea de Teatro Íntimo vino a completar el camino que Mannarino venía construyendo como director. Así, Juan Manuel jura que le “picó el bicho” luego de dirigir Contrapartida en un club de barrio platense y de pasear la obra por clubes de billar porteños. Consciente de la poca cantidad de salas que hay en proporción con el número de gente que hace teatro en la ciudad y convencido de las posibilidades que brinda la actividad teatral desarrollada en espacios no convencionales, se abalanzó a la creación de una propuesta que, por su frecuencia cíclica, asegurara el espacio de producción.
En cada uno de los encuentros realizados, que coparon casas, restaurantes y hostels dado el carácter itinerante del ciclo, Teatro Íntimo desarrolló una particularidad: acortar la distancia que separa al espectador de la escena teatral hasta casi hacerlo miembro activo. “Es buenísimo cómo se le saca el jugo a la potencia dramática y escénica que tiene un texto puesto en una proximidad tan evidente con el público, teniendo al público tan inmediato. Es otro tipo de actuación, ni mejor ni peor que la que uno ve en los espacios convencionales, distinta porque la cercanía genera otro desafío”, dice Mannarino entusiasmado y dispuesto a describir cómo en este tiempo se sucedieron escenas teatrales en apretujados baños, junto a la parrilla de un patio o en un confortable living hogareño. Luego, redondea: “Esa cercanía es como la radicalidad de la actuación. Es ese cuerpo, es esa expresión que compone un tejido ficcional y el público es parte de la historia. Nuestro desafío es poder contar algo desde el teatro, complejizando lo humano a través de historias en tiempo real, y que el público tenga un impacto con eso, que le pase algo, que esté ahí, inmiscuido”.
Otra de las características distintivas de Teatro Íntimo es que en cada una de sus ediciones presenta varias puestas teatrales --muchas veces realizadas por distintos directores-- que se complementan entre sí, creando una especie de recorrido por la vivienda que ha sido tomada para la ocasión y, en definitiva, abriéndose a un gran relato construido entre artistas que, tranquilamente, pueden responder a estéticas y estilos diferentes. “El público va rotando por el lugar y, en verdad, no sabe qué va a pasar, sólo tiene la dirección de una casa. Toca un timbre y ya es toda una situación nueva, en la que no está establecido dónde empezar ni dónde terminar. Así, a medida que el espectador se va metiendo en la casa, se va sumergiendo en estas historias. Eso está bueno porque genera una actividad y que el punto de vista se atomice”, explica al respecto Mannarino para luego relatar como el factor sorpresa no alcanza sólo a los concurrentes sino que también se presenta entre los actores porque, “por más que esté todo ensayado, siempre pasa algo que no se esperaba: Un perro o un gato que anda dando vueltas, un vecino que se para en la puerta a mirar, lo que sea”.
Más allá de los buenos frutos que está dejando la experiencia de Teatro Íntimo para los artistas y el público, Mannarino asegura que los logros son mayores: “Al principio, yo tenía miedo de que se nos terminen los lugares. Pensaba: ¿quién va a dar su casa para que nosotros vayamos y la usemos? Sin embargo, cada vez hay más espectadores que no son del ámbito teatral y que prestan su propia casa. Eso va en contra del paradigma de la inseguridad que dice que uno tiene que estar con miedo, encerrado. Ahora, de repente un tipo abre su casa y le caen treinta o cuarenta personas que no conoce”.
El dato de las casas de puertas abiertas arranca una sonrisa. Y aunque la toma no sea por la fuerza y reine el común acuerdo, resulta inusual que la pesadilla de Cortázar no se cumpla. Pero Juan Manuel sabe que nada es casual. “El proyecto no es solamente artístico, tiene una dimensión cultural”, dice convencido y pronto ensaya una explicación para los cerrojos abiertos: “Si bien esto es teatro y contamos historias a partir del teatro, se arma todo un ruido que, en definitiva, lo que propicia es el encuentro entre las personas”.

Facebook: http://www.facebook.com/pages/Teatro-Intimo-La-Plata/128492723927882

Agencia NAN (www.agencianan.com.ar)

sábado, 9 de junio de 2012

Soy Rock


Ricardo Massei dedicó su vida al rock. Desde su primer acercamiento a “Help!” de los Beatles, el camino estuvo marcado. Convencido de que el mayor sueño de su vida es la música, él jura que lo suyo, en verdad, no es más que un sacerdocio.

Por Caro Sánchez Iturbe
Fotos: The Dark Flack (www.thedarkflack.com)

Ricardo Massei transita los terrenos de la música casi desde que nació. Con una familia a la que define como “totalmente musical” en la que él fue la “oveja negra” que cortó con la tradición de tango y folclore que había iniciado su abuelo, él jura que lo suyo es lo más parecido a un camino espiritual que se forjó alrededor del rock.
“Apenas empecé a tomar uso de razonamiento, la música se transformó en algo parecido a una religión. Me creaba una fantasía entera alrededor de la música, me fijaba en la ropa, en el pelo. Tenía locura con eso”, asegura el hombre que ya lleva varias décadas dedicadas al arte y la cultura, todo para después contar cómo Help de los Beatles fue el disco “embrionario” responsable de encaminarlo hacia el rock cuando tenía unos tempranos nueve años de edad. A partir de entonces, no hubo vuelta atrás: “Ese disco me marcó la vida. Hoy en día escucho esos temas y me pongo a llorar porque me emocionan, me retrotraen a mi infancia. Yo soñaba con eso desde siempre”.
Luego de la adolescencia, a la que Ricardo define como un “impase tortuoso” debido a la soledad que establecía el camino que había elegido recorrer, Massei encontró su lugar en el mundo entre artesanos y trabajos manuales: “En la feria de artesanos y me conecté con la gente de La Pesada, con los chicos de la Cofradía de la Flor Solar, con Sergio Martínez, con Rocambole, con Pedro y Pablo, con Pappo. Ahí me empecé a conectar con ellos. Íbamos a ver todos los recitales. Fue una época gloriosa porque La Plata era increíble. Era una cofradía de creatividad, de arte y cultura. Éramos todos bohemios, estábamos todos en una búsqueda y nos relacionábamos a través del arte y la cultura. Parecíamos todos muy locos, andábamos con jardineros y unos peinados bárbaros. Yo me batía los pelos a lo Hendrix. Cuando empezó la época del glam, de Bowie, me volví loco, me moría con la movida del glam inglés. Es que mi mente vivía en Londres, iba siguiendo eso todo el tiempo”.
Así, entre reuniones de artistas y zapadas, Ricardo desarrolló otra de sus características distintivas: el camino espiritual de autoconocimiento y meditación que aún hoy mantiene y que conoció gracias a la investigación sobre la vida de George Harrison. “A través de Harrison empecé a tener una locura mística y encontré mi camino espiritual. Soy discípulo para Paramahansa Yogananda, que está en la tapa de Sargent Pepper´s Lonely Heart Club Band. Yo lo veía en la tapa del disco y me llamaba la atención sin saber quién era, sin saber que iba a ser mi maestro. Al poco tiempo, me hice discípulo de él. Fue todo muy loco porque después de eso, me compré Tales from Topographic Oceans, un disco de Yes que estaba basado en un libro de mi maestro. Una coincidencia loquísima. Encima, Yes fue otro escalón que me marcó para toda la vida por lo espiritual y por lo musical de la banda”, sostiene.
Por esos días Ricardo también inició sus estudios en batería. Así, poco a poco formó sus primeras bandas con vecinos del barrio. No pasó mucho tiempo hasta que, yendo a Jeu, una disquería a la que describe como “la meca de la cultura” de la época, conoció a Claudio Apas y a Marcelo Pocavida, quienes marcarían un nuevo recorrido en la vida de Massei: “Ellos tenían una banda que hacían una onda tipo Kiss y a mí me encantaba porque era muy teatral. Yo los ayudaba en los shows. En el ‘79, ‘80 Marcelo me dijo que hagamos una banda punk. Yo no estaba muy convencido porque me gustaban otras cosas, pero me atrapó lo salvaje. Entonces quería fusionar lo adrenalínico de la música con un mensaje distinto, profundo. Ahí se armó Los Baraja”.
Con su primera banda profesional en pie, en el ’81 llegó el primer recital en vivo que dio el músico. “Cuando salimos a tocar estuvo bueno porque fueron a vernos Los Violadores, los Virus, la gente de los Redondos, los de La Cofradía. Era muy teatral lo que hacíamos. Marcelo salía a escena y rompía un disco de Fiebre de sábado por la noche. Tocábamos vestidos de cuero, con los ojos pintados y los pelos parados con yema de huevo. A las pocas horas, el olor era insoportable”, recuerda entre risas para luego describir cómo así se armó un movimiento cultural punk entre La Plata y Buenos Aires en el que los encuentros eran una constante.
Después de eso, llegaron los días de una banda de new romantic que nunca llegó a tocar en vivo; el nacimiento de Genocidio, que fue pionera en el hardcore heavy de la ciudad y que llegó a tocar con V8 y Hermética; y en el ’92, junto a Claudio Apas, apareció Pandemia. “Hace 30 años que tocamos juntos con Claudio, somos un matrimonio musical. Con él, en un momento sentimos que teníamos que hacer un cambio y armamos Pandemia, que fue lo máximo a lo que llegué en mi vida musical. Tocamos en todo el país, sacamos dos discos, un productor italiano nos difundió por todo el mundo, nos invitaban a tocar de un montón de países. Fue alucinante. Al principio, yo hacía solo las letras y la música, hasta que llegó Susana, una tecladista que todavía toca conmigo, que le dio un vuelo impresionante a la banda porque ella venía de lo clásico y lo sinfónico. Eso duró casi hasta el 2000, aunque nos volvimos a reunir en el 2007”, explica.
Ahora, con Ibis Escarlata, su última banda, ya disuelta y en camino de ponerle nombre a su nueva formación con la que ensaya desde hace tres años, Ricardo espera poder mostrar pronto hacia dónde lo llevó el rock ahora. Es que jura que no puede imaginar su vida sin tocar la batería. “Es parte de mi esencia, de mi vida, me siento vivo cuando toco”, asegura sentado bajo el sol para pronto sonreír y, con un tono calmo, resumir su vida: “Para mí, la música siempre fue un sacerdocio”. 

De Garage – Marzo de 2012
(siempre es mejor la versión en papel)

sábado, 21 de abril de 2012

Pura Vida a la cultura independiente



Durante la madrugada del viernes clausuraron Pura Vida y a varios se nos estrujó el pecho.

Hay quienes quizás no conocen bien de qué se trata Pura Vida o que quizás no tuvieron la suerte de pasar una noche en el lugar. Básicamente se trata de un bar que inauguró hace más de cuatro años en La Plata y que, desde su primera jornada, demostró no ser un bar más. Con un dueño destacable que jamás se comportó como un bolichero con cabeza de calculadora, el espacio cultural abrió sus puertas a una gran cantidad de bandas (todas ellas independientes) y a una amplia variedad de propuestas sin pedir nunca a cambio un pago por parte de los artistas y productores que utilizaron el lugar. Y eso no es poca cosa, teniendo en cuenta que veníamos de un montón de bolicheros que no se conformaban con las ventas de la barra, sino que también les cobraban un alquiler a las bandas y a los productores e, incluso, se quedaban con parte de la taquilla. Una nueva forma de hacer, entonces, nació con Pura Vida. Aprendimos que no hay que pagar para tocar, que la taquilla siempre debe ser para la banda, que el artista merece un buen trato, que pueden existir lugares en los que importe más la propuesta artística que la convocatoria.

Ahora apareció la incertidumbre. Y sí, el pecho se nos estrujó y nos dieron ganas de vomitar.

Pero por suerte Pura Vida cosecha su siembra y hoy los artistas, los productores y el público que disfrutó de las madrugadas que el lugar les regaló se organizan para defender a ese espacio cultural que, inevitablemente, terminó haciéndose sentir como propio.

Por eso, mañana domingo 22 de abril nos juntamos en la Plazoleta de La noche de los lápices (diagonal 78 entre 8 y 61) a las 17 horas para, pacíficamente, reclamar para que Pura Vida reabra sus puertas.

Dicho esto, sólo resta pedir paz, amor, libertad y respeto.

domingo, 22 de enero de 2012

Súper-Arte



Desde hace 20 años, un abogado y una plástica comprenden su contexto social en código artístico. Preocupados por problemáticas ambientales, ponen la creatividad a los pies de un solo -y gran- objetivo: impedir que la sociedad y el ecosistema que la rodea se vayan por un tubo.

Por Carolina Sánchez Iturbe
Foto de The Dark Flack (www.thedarkflack.com)

“Quiero brotar en la espiga
de la conciencia
del hombre nuevo que lucha
por su mañana
y proclamar su tiempo azul de pie
dando la cara”.
“A que florezca mi pueblo”, Mercedes Sosa

A metros del Río de la Plata, entre calles arboladas y paisajes en los que lo verde predomina, Alejandro Meitin y Silvina Babich piensan en nuevas acciones. Entregados a la actividad que el proyecto artístico y ambiental Ala Plástica les demanda, idean qué caminos tomar para reactivar economías locales, recuperar espacios públicos, sanear forestaciones, diseñar políticas territoriales que respeten a la cultura de los pobladores de cada lugar, construir conocimiento y establecer medidas para que el mundo no se vaya por un tubo. Lejos de ser un grupo de intervencionistas que piensan en el arte como un modificador de momentos, los fundadores de Ala Plástica eligen moverse emulando a las plantas que intentan salvar: sin carreras contra el tiempo y dejando que cada acción de lucha se fortalezca con el crecimiento a su propio ritmo, estableciendo raíces firmes que conduzcan a desarrollos sustentables y cambios estructurales.
Todo comenzó hace dos décadas cuando el matrimonio de Meitin y Babich decidió sedimentarse y buscar nuevas formas de expresión que posibilitaran redes de comunicación e interacción. “Siempre quisimos trabajar sobre el arte y el ambiente. Queríamos ver de qué manera podíamos incidir en una renovación de la idea de arte y utilizar sus diferentes formas de trabajo, pensamiento y acción para poder incidir en procesos de la vida cotidiana”, dice Alejandro sobre aquellos primeros días en los que Ala Plástica se propuso establecer una nueva forma artística, hasta entonces desconocida en el ámbito nacional.
Luego de esa iniciática determinación familiar, se consolidó la conformación del grupo, que se alimentó de la diversidad de sus miembros y de las distintas disciplinas de las que cada uno de ellos provenía. De esa manera, la formación en leyes de Meitin y en artes plásticas de Babich se entrecruzó con conocimientos sobre biología, geología, zoología y botánica, dándole a Ala Plástica un carácter integral que posibilitó la llegada de la primera crítica y acción del equipo de trabajo. “Como queríamos salir del corral del establishment artístico del museo y galería, recuperamos un espacio público abandonado desde donde empezamos a generar una serie de diálogos con distintas personas de la ciudad, que venía muy golpeada por la dictadura y por un gobierno democrático que no terminaba de afianzarse”, rememora Alejandro.
El espacio recuperado fue una biblioteca del zoológico de La Plata. Así llegaron los primeros ejercicios y, con ellos, el establecimiento de un modo de hacer en el grupo. “Lo que hacíamos era absolutamente exploratorio porque no conocíamos una metodología para llevar a cabo un arte en contexto social. Con nuestra sensibilidad respondíamos a una situación crítica que exigía herramientas no habituales. Estábamos insertos en un desastre. Después, con los años fuimos puliendo esa modalidad”, explica Babich.
Mucho tiempo después, ese trabajo rindió sus frutos: luego de 10 años de actividad pudieron deconstruir la idea de zoológico a partir de la demolición de 22 jaulas y el cambio de las autoridades del lugar. Es que los miembros de Ala Plástica deciden transformarse en miembros activos de los ámbitos en los que producen sus acciones: “Siempre nos identificamos como emergentes del lugar. Nuestro trabajo surge desde la propia comunidad, en conjunto con ella misma. No vamos a salvarla. La nuestra no es una intención de ayuda o asistencia, sino que nosotros mismos nos vemos inmersos en la problemática, nosotros mismos queremos zafar, ir para adelante y transformar esta realidad”, añade la artista plástica.
Por ese vínculo con el entorno, ella y su compañero se toman el tiempo que sea necesario para realizar acciones que conduzcan a modificaciones reales, sosteniendo sus prácticas sobre dos principios ineludibles: el compromiso y la responsabilidad. “Trabajamos en contextos en los que construimos junto a otros, entonces velamos mucho para que haya una respuesta coherente y muy bien informada ante cada problemática. Cada ejercicio está muy bien fundamentado y tiene mucho tiempo de estudio previo. Estudiamos desde lo geográfico, desde lo sociológico, lo filosófico y a todo eso lo reunimos en una actividad que no deja en ningún momento de lado la sensibilidad y la aproximación heurística porque consideramos que cada parte de este proceso que llevamos adelante es posible de apreciar a partir de los efectos de significado”, puntualiza Alejandro.
Algunas de las zonas de acción más fuertes de Ala Plástica son el Estuario del Río de la Plata, el Delta del Paraná y distintos lugares de la cuenca del Río de la Plata. La elección del espacio es simple: ése el área en el que Babich y Meitin pasan sus días y, a la vez, un ámbito que necesita cambios. “En los ’90 mucha gente de acá había quedado sin empleo y vimos que el mimbre era un recurso a mano. Entonces, empezamos a trabajar en la diversificación del uso de ese material para generar nuevos ingresos para las comunidades a partir del tejido. Silvina se transformó en capacitadora y yo en experto en temas de cultivo; empezamos a diseñar estrategias de sobrevivencia, integración y resistencia desde el trabajo. No era un mero reclamo o escrache”, sostiene el abogado.
Más allá de que la problemática provocada por el reinado del Neoliberalismo ya no esté tan presente en la cuenca del Río de la Plata, aún quedan cuestiones por resolver en el lugar: “Ahora, el Delta está perfilado para ser un área de cría de ganado a gran escala, de desforestación a gran escala y de mega emprendimientos para barrios privados, también a gran escala, sacando, para eso, a la gente que vive ahí con su diversidad, con su cultura, con su historia, con su manera de hacer”, explica Alejandro como punta de introducción. A partir de entonces, la razón de ser de Ala Plástica queda puesta sobre la mesa: “Lo que estamos planteando es una cuestión de conservación a partir de las preguntas ¿quién diseña el territorio? y ¿para quién se está haciendo ese diseño? Ahí, empieza a gestarse una resistencia. Siempre nuestro trabajo termina con una acción de resistencia, con una cosa a transformar”, completa.
Tras dos décadas de trabajo, y aunque no sea popular, la actividad de los grupos de trabajo como Ala Plástica ya no resulta tan desconocida y cada vez son más los grupos que se entregan al arte en contexto social. Sin embargo, según Alejandro y Silvina, todavía queda camino por recorrer para que el sentido de la actividad sea comprendido integralmente. “Hay muchos que ven el vaso medio lleno, como el diario La Nación, que creen que éstas son prácticas en las que se hace el bien sin mirar a quién y no, tampoco es eso. No somos un par de pelotudos que andan por la vida regalando alegría. Hacemos prácticas de resistencia, prácticas críticas, donde se postulan muchas veces cosas que son jodidas, donde tenemos que poner el cuerpo porque más de una vez nos han querido cagar a palos”, sostiene convencido Meitin.
Según su visión, que es la del colectivo que creó e integra, lo que hace falta modificar de una vez por todas es el concepto más primario de arte, aquel que está muy marcado por el “el arte utilitario y la concepción del arte de la representación de reyes y monarcas”, para dar paso a un “concepto ampliado de arte” que sepa de compromisos y de objetivos superiores y que no demande de los artistas sólo su expertiz, sino, y sobre todo, sus vidas: “A medida que nos fuimos involucrando en el arte en contexto social, se nos empezó a ir la vida en esta forma de hacer porque vimos que hay motivaciones que están más allá de nosotros mismos y porque nuestros sentidos y valores empezaron a mutar. El arte, así, empezó a formar parte de nuestra vida cotidiana y pasó a ser nuestro día a día. Ahora nos movemos en código ‘alaplastiquiano’”.

Web: http://www.alaplastica.org.ar/

NaN – Año 1, Nº 5, Noviembre-Diciembre 2011
(siempre es mejor la versión en papel)

miércoles, 21 de diciembre de 2011

el jueves de La Plata Calling...

Este jueves 22 de diciembre, pegamos uno de los últimos estirones del año. Con la ayuda de ocho bandas y un DJ homenajearemos a Mr. Joe Stummer en su día. Estamos felices, muy felices.



La Plata Calling
Primer Tributo Oficial a The Clash en Argentina

en vivo!
Argonauticks
Mostruo!
Pérez
La Secta
La selva de Miguel
El Milano
Orquesta de perros
El Manijazo
ameniza: DJ Paul Henta

+ hagamos un documental entre todos!
llevá tu celular, cámara o lo que sea y su cable USB. Filmá tu momento, a las bandas, lo que quieras y dejános tus imágenes para que sean parte del documental que ideamos con Santi Asef y Viracocha Films!

jueves 22 de diciembre – 14 horas
Andén CC Estación Provincial – 17 y 71
GRATIS!

La Plata Calling será el primer tributo a The Clash que se realizará en Argentina con la oficialización de la Fundación Strummerville, la organización que tras el fallecimiento de Joe Strummer, fue creada por amigos y familiares con el fin de ofrecer apoyo, recursos y promoción para nuevos talentos musicales.
Así, La Plata Calling se llevará a cabo el jueves 22 de diciembre, fecha en la que se celebran en el mundo numerosos homenajes a Joe Strummer por cumplirse nueve años de su muerte. Durante la jornada, que será amenizada por el DJ Paul Henta, Argonauticks, Mostruo!, Pérez, La Secta, La selva de Miguel, El Milano, Orquesta de perros y El Manijazo versionarán canciones de The Clash a la par que tocarán temas propios.
La Plata Calling, además, abrió convocatoria! Si querés ser parte del documental de La Plata Calling, el 22 llevá tu celular, cámara de fotos o lo que sea y su cable USB. Filmá tu momento, a las bandas, lo que quieras y dejános tus imágenes para que sean parte de este documental colectivo que ideamos con Santi Asef y Viracocha Films!

www.laplatacalling.com.ar
www.facebook.com/laplatacalling

Y sí seguís explorando? (si total, no nos vamos a dormir...)

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